Más de 200 escolares de los Institutos sa Serra y Quartó de Portmany y del colegio Santa Agnès de Corona se dieron cita ayer en la finca de sa Rota d’en Coca de Santa Agnès. El objetivo ya es una tradición en Eivissa: por octavo año consecutivo los niños disfrutan de una jornada tradicional en el campo con la actividad central de encender una sitja y sobre todo de conocer el trabajo previo que supone y su funcionamiento. Pero también de acercarse a labores tradicionales como amasar pan, hacer coquetes de sobrasada pagesa o familiarizarse, como novedad este año, con un horno tradicional de cal. De todo ello se encargaron el responsable de la finca, Toni Boned, y su esposa y presidenta de la Asociación de Vecinos de Santa Agnès, Maria Ferrer, junto con multitud de padres de los escolares que quisieron colaborar de modo altruista en la que ya se ha convertido en una cita ineludible en la isla.

«Lo más bonito es ver cómo los niños se lo pasan bien y disfrutan del campo y de aprender de las tradiciones antiguas de nuestra isla», explicó Ferrer quien aseguró que, «para nosotros es un orgullo promover esta labor porque estábamos perdiendo actividades del campo, de la tierra, de la cocina de antes y de lo que suponen nuestas raíces». Ferrer recuerda a sus abuelos hablar de todo esto en casa, cuando era pequeña, pero tenía un recuerdo muy lejano. Ha sido ahora, al hacer todas estas tareas, cuando realmente las ha recuperado. «Por ejemplo, yo no había visto nunca hacer una sitja o un horno de cal hasta que empezamos en la finca», confesó.

«Es una satisfacción ver a los niños, incluso a mis hijos, que observan muy interesados cómo se hace todo, lo que les gusta, y que cuidan el campo. Son días de mucho trabajo, acabamos cansados, pero lo hacemos tan a gusto, disfrutamos tanto, que nos supoene una alegría muy grande», relató la presidenta de los vecinos de Santa Agnès quien valoró que han conseguido recuperar tradiciones y traerlas al presente para que los niños vean que «además del mogollón de Eivissa y de la bollería industrial, hay muchas más cosas».

El buen ambiente creado en la finca en estos días es algo a tener muy en cuenta y según Ferrer se debe al compañerismo. «Somos unos cuantos vecinos y amigos que estamos trabajando estos días y es una maravilla el ambiente que tenemos. Tanto las mamás como los papás se acercan estos días a echar una mano en todo», dijo.

En cuanto a los niños, protagonistas de la jornada, los había muy interesados por la labor en el campo ya que incluso algunos llegaron a montar tiendas de campaña por las zonas de pinos de la finca con la intención de pernocatar para divertirse y colaborar en las tareas. «Juegan de día y de noche amasan pan, hacen coquetes y se lo pasan de maravilla», explicó Ferrer.

«Está muy chulo recordar el pasado y cómo se hacían las cosas antes. Sobre todo cómo se hacía el carbón y se ponían las piedras arriba de la sitja para que no entrara aire. Nos parece todo fantástico», comentaban Najoua, Inma, Salma y Andrea, un grupo de niñas de entre 14 y 16 años del IES Quartó de Portmany.

Historia

Todo comenzó con una campaña que surgió hace tiempo para apadrinar y recuperar patrimonio. Fue entonces cuando Toni Boned decidió restaurar la plaza de la sitja y la cabaña donde se guardaba todo el material. «Cuando lo vimos todo restaurado, fueron los abuelos y Toni Pujolet (a quien homenajearán esta tarde en la finca) quienes nos dijeron: ‘ahora está todo preparado, pero si no hacéis la sitja, de poco servirá’». Ese fue el inicio de todo para Boned. «El primer años éramos los nenes del colegio de Corona y los padres. Al año siguiente, nos preguntaron si la volveríamos a hacer y ahora ya se ha convertido en una tradición no sólo en el pueblo, sino en toda la isla porque cada vez vienen más escolares y padres a disfrutar de esta jornada tradicional que celebramos por octavo año consecutivo». Además, en la finca se expone maquinaria agrícola antigua ya que tienen uno de los primeros tractores que llegaron a la isla, también moderna, carros, herramientas del campo, etc.

La novedad de esta año ha sido la elaboración de un horno de cal. Al mando estaba Mariano Costa, un vecino de Santa Agnés de 83 años y con probada experiencia en la tarea. «Yo hice muchos cuando era joven, cuando tenía 20 años. No se hacían más de dos al año porque suponía muchísimo trabajo y se negociaba el precio de la cal antes de hacerlo. Era una manera de conseguir efectivo, pues en aquella época había de todo, pero lo más difícil era tener dinero», relató Costa.
Por lo referente a la tradicional Sitja, este año se han editado unos folletos explicativos para escolares e interesados que relatan todo el proceso, sus partes más destacadas y los antiguos usos del carbón vegetal. El propósito, que nadie se vaya de la finca de sa Rota d’en Coca estos días sin conocer detalladamente cómo se hacía el carbón antiguamente.