Con su título, el calendario hace referencia a los millones y millones de niños que no aparecen en él.

Álvaro Pascual Correas es un joven ibicenco de 18 años que recientemente acabó sus estudios en el colegio La Consolación de Eivissa. «Él siempre supo que quería hacer algo, aunque no terminaba de encontrar el modo de hacerlo», recordaba ayer el delegado de juventud del obispado, Dani Martín. Pero al final, lo encontró. Álvaro partió hacia Ciudad del Cabo en Sudáfrica con la «excusa», dicen sus profesores, de aprender inglés. Allí vivió la realidad y el origen del proyecto solidario No Somos 12.

Este joven ibicenco resolvió la jornada que compartió con los niños del township Philippi de Ciudad del Cabo plasmándola en imágenes. Fotografías que posteriormente conformarían el calendario que ayer fue presentado en el salón de actos del colegio La Consolación de Eivissa con la presencia de profesores, representantes de las empresas patrocinadoras (Anaya, Batec, Capricorn Estudio, Marí Mayans y la Fundación Vilás) y jóvenes estudiantes del centro que han ayudado a Álvaro en su iniciativa.

Con el dinero recaudado, Álvaro pretende llevar a cabo dos proyectos fundamentales: que los niños que asisten a las escuelas puedan desayunar y almorzar y que esta comunidad esté más cerca de tener por primera vez una biblioteca. Los pequeños tienen edades comprendidas entre el año y los 16 años y son un total de 300.

Una township es, para quienes no estén familiarizados con el término, «un lugar desbordante de suciedad, con casas hechas con cuatro trozos de madera (y los afortunados con cuatro trozos de metal) donde viven aquellos que nadie quiere», explica el propio Álvaro en su calendario.

En cuanto al título del proyecto, No somos 12 tiene dos significados: «Por una parte significa que aunque tú veas 12 niños en estas páginas, hay millones y millones más ahí fuera, esperando a que alguien crea en ellos y les brinde una oportunidad». Y por otra parte significa «que detrás de este proyecto no hay doce, sino que hay muchísimas personas más que han hecho posible que esto sea verdad», relata el joven de tan sólo 18 años de edad.

La directora pedagógica de La Consolación, encargada de presentación de la iniciativa, Marisa Roig Riera, destacó «el trabajo importantísimo de solidaridad y de ayuda al prójimo que está realizando Álvaro que es un chico, realmente muy joven». Roig recordó que el colegio «busca patrocinadores y gente que quiera ayudar y formar parte de esta encomiable labor».