La entrega de premios estuvo presidida por el obispo de Eivissa y por el director de Cáritas Diocesana. Arriba, los premiados. | Toni Escobar

El esfuerzo de todo un año culmina con una recompensa, como en cualquier fin de curso en el que se hace entrega de los diplomas a los alumnos. Pero éstos no eran estudiantes comunes, sino adultos que quieren darse una segunda oportunidad en la vida y que lo han conseguido gracias a su propia constancia. Precisamente, para reconocer estos méritos el Centro Betania de Cáritas hizo ayer entrega de alrededor de 200 diplomas a los adultos que han terminado el curso académico 2015-2016 en el salón de actos de la Residencia de Ancianos Reina Sofía.
Una formación que les sirve como base integradora y como método para la inserción social y laboral, tanto de residentes extranjeros en la isla como de personas en riesgo de exclusión social, en el barrio de Cas Serres. «La función principal es la integración social y la atención a la infancia. En el área de adultos se imparten clases de castellano, inglés e informática y también hay actividades de animación y tiempo libre, porque como en Cas Serres hay tantas culturas diferentes la gente está poco unida y trabajan poco por los intereses comunes, entonces tratamos de fomentar la participación y la implicación de las personas», explicó Inés Gil, profesora de Castellano.
De esta manera, el porcentaje más alto (cerca del 90%) de alumnos que recogieron ayer diplomas fueron mujeres musulmanas que, en su mayoría, llegan a la isla sin saber nada de castellano. Es el caso de Hanan Bouzarhoun, que sólo lleva en Eivissa cuatro meses, o de su amiga Fatima Zohra El Ouddari: «Cuando llegamos a España no sabíamos el idioma y necesitábamos a los maridos para todo, pero ahora ya podemos ir solas». La independencia es uno de los valores fundamentales que aporta el conocer la lengua, «es importante para sacarse los papeles, ir al médico o ir a la compra», añadió Khadija Hayoun, que aunque lleva siete años en la isla hace apenas dos que ha comenzado a ir a Betania.
Claro que también hay bastantes africanas, latinoamericanos (que asisten a las enseñanzas de inglés e informática) y europeas, como Alina Gusarroba, de Rusia, «yo llevo aquí desde diciembre porque mi hija vive aquí, es difícil aprender pero muy bonito». E incluso hay gente que no sabe leer ni escribir en su propio idioma, por lo que, en estos casos, la educación parte desde el nivel cero y los progresos se notan mucho más.
Y aunque este acto, que estuvo presidido por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, y por el director de Cáritas Diocesana, Joan Marí Torres, fue dedicado a los adultos, también hay que recalcar que los niños son una parte fundamental en Betania, y, por eso, muchos asistieron. Entre ellos las hermanas Sonia y Estrella, de 9 y 11 años respectivamente, que llevan viniendo desde muy pequeñas casi todas las tardes: «Nos gusta mucho venir, hacemos manualidades, los deberes y excursiones», concluyeron.