Débora y Óliver recibieron ayer la comunicación del aplazamiento después de una noche de incertidumbre.

Apenas tres horas antes de la hora prevista para la ejecución del desahucio, Débora y Óliver recibieron la comunicación del juzgado de que el lanzamiento se aplazaba hasta el 15 de junio.

«Ha sido una noche muy mala. Lo teníamos todo recogido y empaquetado hasta que nos ha llamado el abogado y nos ha comunicado la nueva resolución», apuntó Óliver, quien no obstante subrayó que se trata de un «pequeño margen, de un respiro pero luego nos vamos a la calle por culpa de errores humanos y burocráticos».

En dos semanas, Débora, Óliver y la pequeña de dos años Noah deberán abandonar definitivamente la casa de alquiler donde vivían desde hace más de un año en Es Canar.

La ausencia de un contrato escrito entre arrendador y arrendatarios desencadenó un conflicto que acabó con un cruce de reclamaciones y el requerimiento notarial de desahucio.

«Nosotros ya lo hemos perdido todo pero queremos poner el foco sobre el problema de los alquileres ilegales en la isla», señaló Débora.

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La pareja mantiene que ellos confiaron en su casera hasta que ésta les empezó a «dar largas» cuando le solicitaban el contrato. Posteriormente, les entregó un contrato que indicaba que se trataba de un local que no tenía uso como vivienda. Más tarde, el corte del suministro eléctrico y de agua.

A partir de ahí emprendieron una batalla judicial que concluye con la orden de desahucio. En medio, un «fallo informático que evitó la comunicación de la situación de las reclamaciones judiciales a un procurador».

Ahora, la familia se queda «en la calle en plena temporada. Ya veremos cómo nos apañamos», apuntó Débora, quien añadió que estudiarán denunciar al procurador que les llevaba el caso.

A media mañana, Óliver y Débora recibieron la visita de una trabajadora de servicios sociales de Santa Eulària. El Ayuntamiento les aportó una ayuda para la manutención de la pequeña.

La sala principal de la casa estaba ayer repleta de cajas. Hemos empaquetado muchas cosas y otras las llevaremos al mercadillo de Sant Jordi donde las pondrán a la venta y obtener algo de dinero, «un respiro para ver dónde iremos luego».