Una serpiente trepa sobre la pajarera que Juanjo Torres tiene en su casa y que está protegida por una malla metálica.

«Cada vez que veo una serpiente se me ponen los pelos de punta». Quien habla es Juanjo Torres, un joven que desde hace año y medio se trasladó junto a su pareja y su hija de cuatro años desde un piso del barrio de Ca n’Escandell a una casa de campo cerca de la playa de s’Aigua Blanca, en Sant Carles. Un paraje idílico pero infestado de serpientes. «El primer verano que pasamos allí, que fue el año pasado, cacé 15 serpientes en dos meses», asegura Juanjo, que esta temporada ya ha avistado dos culebras de herradura sin poderles dar caza.

«La primera que maté una serpiente llamé al 112, vinieron y se la llevaron. Así cuatro o cinco veces, hasta que me dijeron que no llamara más y que me pusiera en contacto con el Consell. De allí me enviaron a una mujer alemana que vino con cinco perros y puso ocho trampas en la finca con la condición de que me encargara de dar de comer y de beber a los ratones que había dentro. Ninguna serpiente se quedó atrapada en las trampas», asegura Torres.

A tiros

El ‘mataserpientes’ de s’Aigua Blanca asegura que para acabar con las serpientes utiliza un rifle de balines «como los que hay en las ferias y a veces, si no lo tengo a mano, he matado alguna a pedradas».

Juanjo Torres afirma que no tiene valor para cogerlas con la mano y que a su pareja también le dan pánico y mucho asco, mientras que a su hija, de momento, «le hacen gracia, aunque sólo las ha visto muertas».

El joven señala que junto a su casa tiene una pajarera que llama mucho la atención de los ofidios y que, de hecho, el año pasado consiguieron comerse cinco de los pájaros que tenía en ella. «En el nido de cría de los pájaros me encontré a dos culebras enrolladas que medían más de un metro», explica el ‘mataserpientes’, quien este año ha forrado la jaula con tela metálica para que no puedan entrar los reptiles, como se observa en la imagen de arriba.

Torres también se ha comprado una caja de madera para construir una trampa como las que el año pasado tenía en su finca y ya ha preparado un tridente artesanal para dar caza a las serpientes con mayor presteza. «A la alemana que vino con los perros le dije que me tendrían que dar a mí una subvención, porque he matado más serpientes que ella con todos los perros y las trampas», apuntó Juanjo en tono jocoso.

Lo que no le hace ni pizca de gracia al joven es saber que los ofidios también pueden nadar, «sobre todo porque a la playa sa Cala vamos cada fin de semana».

Protocolo

Si un ciudadano se encuentra con una serpiente debe avisar al teléfono de emergencias 112, donde tomarán nota de la zona en la que se ha encontrado el ofidio para llevar a cabo un mapeo y avisar a los agentes de medio ambiente. Si se consigue cazar al animal habrá que conservarlo en el congelador hasta que vengan a recogerlo para después poder analizar su contenido estomacal. De esta manera se ha conseguido conocer que la dieta de las serpientes que habitan en las Pitiüses está formada en un 60% por lagartijas, lo que supone un serio peligro para esta especie.

Técnicos del Cofib ya están instalando trampas en la isla, mientras que en Formentera hace un mes que ya están puestas en la zona de la Mola, donde se ha conseguido atrapar numerosos ejemplares.