Un grupo de vecinos de Santa Gertrudis, Sant Carles y Sant Joan durante una batida de vigilancia. | Toni Escobar

«Cuando suena el tono de mensaje en el chat de víctimas pienso, otro más, un nuevo golpe, y es como un pellizco en el corazón. La mayoría de las veces es para dar cuenta de un nuevo robo». Son palabras de Toni Roig pero su experiencia es extensible a Dani, Jaume, Maribel, Eva, Marga, Xavi, Miguel Ángel, Jorge o Laura... vecinos de Sant Rafel, Sant Carles, Santa Gertrudis, Santa Agnès, las zonas más castigadas por la oleada de robos.
Pasan unos minutos de las 19 horas y en las inmediaciones del Pou de Gatzara van llegando los vecinos que previamente se han organizado para realizar una salida de control por la zona.

«Quedamos a través del chat. Cada uno dice a qué hora le viene bien e intentamos formar un grupo de al menos cuatro personas. En función del área de proximidad recorremos una zona u otra».

Todos trabajan y tienen familia pero sacan algún hueco, aunque sea media hora, para «patrullar por la defensa» de sus casas. «No hay otra, las administraciones no quieren reforzar la seguridad en la isla y la realidad es tozuda y dice que hay robos casi todos los días, aunque luego nos digan que las estadísticas son buenas», señaló Toni.
Hay chats de víctimas de robos en Sant Joan, Santa Eulària y Sant Antoni.

Durante el invierno las conversaciones de whatsapps «han estado más tranquilas pero, desgraciadamente, desde mediados de mayo la actividad vuelve a ser frenética».
Recuerdan que tras una semana de robos en la zona de Sant Carles, se produjeron tres robos en 48 horas en Santa Agnès; luego vino una serie de robos en Sant Josep, donde los ladrones se llevaron una emprendada, nuevamente Sant Carles y los últimos en Santa Gertrudis.

La madrugada del jueves los ladrones entraron en una casa y horas después los grupos de chat de las víctimas volvían a vibrar. La gota colmaba el vaso de la paciencia de estos vecinos. En cuestión de horas, organizaban la primera «batida vecinal».

«Hemos llegado al límite. No llevamos uno, dos, ni tres. Cada uno de nosotros acumulamos ya más de cuatro robos en los últimos años. En mi casa han entrado diez veces. Estamos solos, desprotegidos. Hemos tocado todas las puertas. Todos tienen buenos gestos pero la solución no llega», manifestó Maribel Roig.
Esta vecina de Santa Gertrudis hizo hincapié en que «la realidad es que no hay suficientes guardias civiles para dar una cobertura óptima. Los propios agentes nos lo han reconocido alguna vez», puntualizó. Otra víctima subrayaba que aunque los números digan otra cosa, «todos sabemos que las estadísticas se pueden leer de muchas maneras. La realidad es que hay un repunte de los robos desde hace un mes».

Entre los seis integrantes de esta patrulla acumulan más de 20 robos en sus casas. «Estamos agradecidos al trabajo y el esfuerzo que hacen los agentes que están aquí pero no hay suficientes para hacer frente a esa gente que vienen a hacer su agosto pero a lo largo de varios meses. «Es lamentable», resaltó Roig, quien acabó contratando los servicios de un vigilante durante tres horas.

Jaume, otra víctima de los ladrones en Sant Carles, instaló sistemas de seguridad en su casa pero los robos han seguido. «A esta gente no les para nada. Ante esta situación no nos queda otra que salir a patrullar para controlar, vigilar y defender nuestras casas a la espera de que las administraciones den una solución efectiva». Mientras tanto, ellos continuarán patrullando el campo.