Aitor Monteagud junto al mostrador de la compañía por donde pasaron decenas de afectados por los retrasos. | DANIEL ESPINOSA

Fin de semana de aeropuerto en aeropuerto y sin poder asistir a la boda de un gran amigo en Gijón. Es el trance sufrido por uno de los centenares de afectados por los retrasos y cancelaciones en vuelos de la compañía Vueling.

El que debía ser un fin de semana de reencuentro con los amigos en un día muy especial se tornó pesadilla desde primera hora del sábado. Aitor Monteagud, vecino de Sant Josep, llegó a Es Codolar para volar a las 07.00 horas a Barcelona. El vuelo empezó a acumular retrasos y acabó partiendo a las 9.05 horas. Monteagud apuntó que otras veces ha estado en esperas mucho más largas, pero está fue fatal. Al llegar a Barcelona había perdido la conexión y ahí empezó el peregrinaje por los mostradores buscando una solución. La única respuesta que le daban: «Busque o reclame por internet». Pasadas las horas se dio por vencido y comunicó a su amigo que, muy a su pesar, no podía asistir a la boda. De regreso, ayer a mediodía, Aitor reclamaba ante el mostrador de Vueling en Es Codolar. «Voy a pedirles daños y perjuicios, pero creo que si consigo que me devuelvan el dinero ya será una proeza. Lo de esta compañía no tiene nombre. Es un desastre pero, desgraciadamente, en Eivissa no tenemos muchas alternativas». Aitor había pasado la noche en Barcelona. El domingo tenía que haber volado a las 10.00 de la mañana. Finalmente, lo hizo con dos horas y media de retraso. «Estando embarcados, sonó alguna alarma y tuvo que venir mantenimiento. Es tan caótico y repetitivo que la gente ya casi ni protesta», apuntó Monteagud, uno de los múltiples pasajeros que llegaban ayer con caras desencajadas al aeropuerto de Eivissa. Una decena de conexiones sufrieron ayer retrasos o, directamente, fueron canceladas. La compañía pidió disculpas, pero Fomento le ha abierto un expediente y ha citado hoy a su presidente para exigirle explicaciones.