Una veintena de carruajes desfilaron por delante de la pequeña capilla de es Canar para recibir la bendición del obispo de Eivissa y Formentera, Vicente Juan, ante la presencia del alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí. | Toni Escobar

En una época en la que no había turistas ni coches, los vecinos de Sant Carles empezaron a instaurar la costumbre de pasar el día 10 de julio frente al pinar de la playa de es Canar. Una vez cocinada la paella en casa, la cargaban en el carro junto a toda la familia y partían camino a la playa para comer y pasar juntos el día de Sant Cristòfol.

Décadas después, las paellas y los carros se mantienen para festejar el día grande de es Canar que, lejos de desaparecer con el turismo, ha crecido con los extranjeros que pasan unos días en esta zona actualmente repleta de hoteles. Decenas de turistas se sumaron ayer a la fiesta, hicieron cola para probar un plato de paella gratis y no pararon de fotografiar la sobrassada y el botifarró que se repartía.

La anécdota

La fiesta empezó con la misa en honor al patrón de los conductores oficiada por el obispo de Eivissa y Formentera, Vicente Juan, quien recordó durante la homilía una anécdota que vivió hace años en Mozambique cuando fue con su coche a recoger a la madre Teresa de Calcuta al aeropuerto. «Me preguntó por qué no llevaba ningún símbolo religioso y, acto seguido, abrió su bolso, sacó una virgen de plástico y la colocó en el coche».

La misa, celebrada en la diminuta capilla de es Canar, contó con la asistencia del alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, y diferentes concejales del Ayuntamiento, así como del director insular de Turisme, Vicent Torres ‘Benet’. Tras el acto religioso, llegó el turno de probar las coques y los bunyols antes del desfile de la veintena de carros que fueron bendecidos por el obispo y que después desfilaron por el pueblo para rememorar los tiempos pasados.

Mientras tanto, en la pinada donde se preparaban las paellas crecía el ‘pique’ entre los cocineros que competían por llevarse el premio a la mejor receta.

El premio

Quien estaba más tranquilo era Daniel Joan, el encargado de cocinar la paella municipal para más de 200 personas que no entraba en concurso y para la que utilizó 30 kilos de arroz y otros tantos de carne, 10 kilos de sepia y 8 de cangrejo, gamba y mejillones y «mucho cariño», como apostilló.

Daniel protagonizó un ‘pique’ durante toda la mañana con su hermano, Juan Joan, Juanito de Ca na Roja, quien finalmente se hizo con el primer premio por la paella para 150 personas que cocinó para Motos Clàssiques.

Mientras esperaban a que se acabaran de hacer las paellas, vecinos y turistas pudieron dar un vistazo a la exposición de motos antiguas y dar una vuelta por la muestra de artesanía que se montó en el paseo de la playa.

Muestra de artesanía

Una decena de puestos con artesanos venidos de toda la isla hicieron una demostración de sus habilidades: filar lana, hacer puntes de coixí o senallons de esparto. En este caso, el premio a la simpatía se lo llevó Pep Xauet. Desde hace décadas, hace con sus manos juguetes tradicionales ibicencos auténticos rompecabezas de madera cuyas piezas son casi imposibles de volver a montar cuando se separan. «Me aposté 100.000 euros con un amigo a que no era capaz de montarlo. Lo tuvo un mes en su casa y no pudo», contó señalando una especie de cruz de madera antes de hacer la demostración de cómo se reconstruía.

El amigo que acompañaba a Pep en el puesto lo definió como «el último romántico de Eivissa» por hacer unos artilugios que cada vez son más extraños de ver.

Afortunadamente, ayer en es Canar no era el único y un numeroso grupo de ‘románticos’ se reunieron para revivir la tradición de pasar un día de Sant Cristòfol en compañía.