Los vecinos de Jesús aprovechan la fonyada de raïm para enseñarles a los más pequeños cómo se elabora el vino en Eivissa de manera tradicional. | DANIEL ESPINOSA

El ancestral misterio alquímico de la transformación del mosto de la uva en oloroso vino volvió a ser recreado con éxito ayer tarde en Jesús, con motivo de la tradicional fonyada de raïm para la elaboración del vino del pueblo, una interesante actividad enmarcada dentro del programa de las fiestas de la localidad, que pudieron disfrutar tanto niños como adultos.

Más de 300 kilos de uva tinta de la variedad monastrell, aportados por Bartolo de Cas Sord, fueron sometidos al ancestral y artesanal proceso de pisar los carmesíes racimos de fruta para la extracción del mosto que dará cuerpo, posteriormente, a la elaboración del vino. Tal y como se ha venido haciendo durante generaciones en las casas ibicencas, pequeños y mayores tuvieron la oportunidad de conocer de primera mano, a través de la propia experiencia de sus sentidos, cómo se hacía el vino tradicionalmente y a la antigua usanza con el cubell y el fonyador.

Maribel Juan, responsable de la actividad y miembro de la comisión de fiestas de Jesús, detalló que «estamos comenzando la época de la vendimia y, por lo tanto, se trata de una actividad muy importante para nosotros porque nos permite enseñar a los más jóvenes la forma en la que nuestros abuelos hacían el vino antiguamente en sus casas».

Asimismo, Maribel Juan indicó que «esperamos obtener unos 180 litros de vino, aproximadamente, de la pisada de estos 300 kilos de uva. Normalmente, se suele sacar un 60% del total del volumen de la fruta prensada en la cuba, dependiendo de la concentración que tengan las uvas».

«Según comentan los agricultores, este año la uva parece que está muy concentrada en lo que es la cantidad de azúcar. Lo malo es que la sequía en la isla puede acabar afectando a las uvas, ya que tanto calor y tanto tiempo sin agua tampoco es bueno», afirmó la representante de la comisión de fiestas.

A sus 9 años de edad, Aura Benítez, vecina de Jesús, se mostró radiante tras haber participado por tercera vez en la pisada de las uvas, y aseguró que «es una sensación muy divertida que me gusta mucho porque parece que te dan masajes en los pies. Al meterte dentro de la cuba las uvas se van explotando y notas como se derrama todo el líquido. Me parece muy interesante esta actividad porque nos permite conocer mejor la cultura de nuestros mayores».

Haciendo honor a los antiguos usos, los adultos presentes tuvieron a su disposición la oportunidad de catar, porrón en mano y a trago alzado, el producto obtenido de la pisada del pasado año: un tinto joven, con potencia y con ciertos matices terrosos de fondo. El próximo sábado 10 de septiembre tendrá lugar la segunda parte del proceso de transmutación iniciado ayer, lo que se conoce como trescol de vi o trascubada del mosto para ser embotellado.