Una veintena de personas sin hogar se reúnen cada domingo en el bulevar de Vila para desayunar de manera gratuita gracias a las donaciones que hacen personas anónimas, movilizadas a través de un grupo de Facebook.

‘La voz de los que nadie quiere escuchar’ es el nombre de este grupo compuesto ya por más de 1.300 miembros y que, desde el pasado mes de noviembre, denuncia el creciente número de personas que viven sin techo en la isla de Eivissa y les ayuda, con donaciones de comida y sacos de dormir.

Cristóbal Ibiza es el apelativo de la persona que promovió este grupo «cansado» de mantener varias reuniones con diferentes representantes políticos de la isla sin obtener resultados. «La respuesta que siempre te dan los políticos es que están trabajando para solucionar el problema», cuenta Cristóbal, residente en Eivissa con trabajo y casa que ha participado en diferentes movilizaciones sociales como el 15-M. «Llevaba 7 años en lucha y me cansé de que no me escucharan», afirma.

El objetivo de ‘La voz de los que nadie quiere escuchar’ es, según Cristóbal, «que se cumpla la normativa», que señala que todos los municipios de más de 20.000 habitantes tienen que habilitar un albergue para los ‘sin techo’.

Afirman que en el municipio de Eivissa duermen en invierno unas 300 personas en la calle y critican que el censo de ‘sin techo’ elaborado por el Ayuntamiento de Eivissa no incluye a las personas que viven en un coche o en una obra.

Emilio tiene 58 años, es diabético y lleva tres semanas durmiendo en la calle después de pasar más de año y medio en el albergue municipal que tuvo que abandonar por exceso de gente. Desde entonces duerme en la tarima del bulevar, rodeado de «gente que va a hacer botellón, mosquitos y las ratas que hay por debajo». «Cuando llegue el invierno no sé lo que haré», lamenta.

El caso de Paul es diferente. Llegó a Eivissa en marzo con la promesa de un trabajo que fue falsa y, pasó 4 meses en la calle durante los que tuvo que pedir limosna. Ahora ha conseguido un trabajo de obrero pero el sueldo solo le alcanza para vivir en una casa okupa junto a otras 6 personas sin agua y sin luz por la que además le cobran un alquiler. «Duermo en un colchón pero por lo menos tengo un lugar donde dejar las cosas», explica.

Cristóbal Ibiza muestra su preocupación por el futuro de estas personas cuando llegue el frío y lamenta que el Casal Jove de Vila no se abriera ni un día el pasado invierno. «En Eivissa hay espacios para albergar a la gente pero falta voluntad política», asegura.