La cafetería del renovado Montesol era, a media tarde, un trasiego de gente que iba y venía esperando las órdenes de Francisco Ferrer, director de Pacha y Lío, uno de los protagonistas de la foto además del encargado de distribuir a los personajes en los diferentes balcones. Dirigir a la treintena de personas que tenían que posar en la foto no era tarea fácil. Una vez en los balcones, el fotógrafo Toni Riera se hizo con un megáfono para asegurarse de que todos los modelos obedecían sus órdenes.

El momento más surrealista de la tarde fue aquel en que un grupo de las personas que iban a salir en la foto se cruzaron en el ascensor con una pareja de mujeres hindúes ataviadas con sus respectivos saris. Imposible valorar quién era el personaje más exótico de los que llenaban nuevamente de magia el Montesol después de su renacimiento.

«¿Dónde está Pocholo?» fue una de las frases más repetidas en una tarde en que los nervios flotaban en el ambiente ante una cita tan importante. Todos respiraron tranquilos cuando le vieron llegar derrapando sobre su moto que aparcó en la misma puerta del hotel. Pocholo, y por supuesto su mochila, llegaron a tiempo para pasar a la historia de una isla que cada década se reinventa.