Diez euros es lo que cobra una prostituta nigeriana por servicio, una cantidad que a veces no le llega ni para comprarse una caja de preservativos, pero en la oficina de Metges del Món le facilitan gratis la caja y así evitar un riesgo para su salud. Desde el verano, además, Metges del Món hace pruebas de detección rápida del VIH y sífilis a las prostitutas. En menos de diez minutos tienen los resultados y se le garantiza todo su anonimato. Luiz Felipe Pinto, enfermero de Metges del Món que hace las pruebas, asegura que «no es fácil trabajar con un grupo marginado, tienes que explicarles que es anónimo y atraerlas de alguna manera hasta la oficina».

Metges del Món realiza pruebas de detección rápida desde agosto en la oficina que tienen en el barrio de Figueretes de Ibiza y en Sant Antoni donde han efectuado una veintena de test rápidos que han salido negativos en este programa de un año de duración y dirigido personas que ejercen la prostitución. La prueba consiste en un pinchazo en la que se recoge una pequeña muestra de sangre que se analiza. En el caso de que salga positivo por VIH se le informa del tratamiento antirretroviral «costeado por el gobierno, quiero matizar que ser portador de VIH no es tener sida y la sífilis tiene cura a través de antibiótico».

Luis Felipe lamenta que sean tan pocas las pruebas realizadas. «Esperaba más, creo que la gente se tiene que concienciar más; la prevención es la mejor forma de luchar contra cualquier enfermedad; para todo hay tratamiento y para otras hay cura, no hay por qué tener miedo; esperaba más y vamos a ver si el año que viene aumenta».

A la Oficina han acudido personas procedente de diversos países africanos, como Senegal o Marruecos, aunque predominan de Nigeria. También de otros continentes como un grupo de brasileñas. «Las latinoamericanas tienen dos problemas: la prostitución y la drogadicción. Las nigerianas no toman ni alcohol. Su dinero es para trabajar, pagar las deudas y mantener a sus familias en África», explica Luis Felipe, de sus conversaciones con ellas. «Hay que convencerlas de que ellas no son un problema social, sino que son víctimas», precisa. Alude especialmente a las nigerianas y al trato que reciben en Sant Antoni, «son las que están más aisladas, desprotegidas de todo y que son las que más sufren violencia policial, la zona del West End es un desmadre».

A Luis Felipe, que trabajó en la noche ibicenca antes de dedicarse al mundo sanitario, le relatan muchas de sus vicisitudes, como el caso de Eva que salió de Nigeria y se salvó de ser violada gracias a su embarazo durante su largo viaje de tres meses en la que recorrió el desierto de Libia, Marruecos y la patera, hasta llegar a España. Estuvo tres años para pagar el viaje a las mafias de 45.000 euros. «No tienen saldada la deuda hasta que no pagan esa cantidad ejerciendo la prostitución», explica Roser Alenyar, voluntaria de Metges del Món.

Para acceder al colectivo, la ONG programa salidas una vez a la semana a locales de alterne y a lugares en los que hay prostitución de calle en los que se distribuye material de prevención y se hace educación sexual sanitaria. Profesional técnico de la ONG y voluntarios realizan estas salidas en las que, además de la labor educacional, se hace un apoyo psicosocial. «Estas personas marginalizadas son socialmente invisibles. Nadie la saluda en la calle y cuando te acercas y le preguntas cómo estas, te estas preocupando por ella», dice. «Nadie se preocupa por ella. Son invisibles y con el estigma de que son prostitutas», añade Alenyar. Poco a poco ganan su confianza y así facilitarles preservativos y hacerse esta prueba que, de momento, todas han resultado negativas.

LA NOTA

«Los clubes de alterne de la isla ya nos conocen»

Metges del Món empezó a trabajar en Ibiza a raíz del real decreto sobre la exclusión de la tarjeta sanitaria en 2012. Después, vieron otro proyecto que llevaban en Palma sobre la prostitución, «nos gustó el tema y nos involucramos», dice Alenyar. Al contrario de lo que se piensa, no tienen dificultades para acceder a los clubes de alterne. «Hacemos talleres en plan colectivo y cuando tienen un poco de confianza te preguntan y tenemos un trato individual. Nos conocen», añade. La prostitución en Ibiza es cambiante. Cada 21 días cambian las chicas de los clubes de alterne. «Los clientes quieren cosas nuevas. En verano hay mucho movimiento», apostilla.