La semana del (controvertido) cambio horario en España será recordada en Ibiza por la operación dirigida por la Guardia Civil para la detención, en Sant Antoni, de dos imanes que presuntamente adoctrinaban a sus fieles en la defensa del Estado Islámico.

Según las investigaciones, hay constancia policial de que habían expresado de forma pública y reiterada a través de sus perfiles en la redes sociales su apoyo al grupo terrorista Daesh. Familiares y amigos de los imanes, de origen marroquí, niegan que estuvieran adoctrinando y enalteciendo el terrorismo yihadista. Sin embargo, serán los jueces quienes, en función de las pruebas, determinen el grado de culpabilidad o la absolución del imán y su auxiliar de la mezquita de Sant Antoni.

Mientras tanto, convendría no emitir juicios gratuitos de valor ni de tinte racista como por desgracia ya se han escuchado en distintos foros. Los prejuicios y la demonización de clases, etnias, culturas o religiones son el origen de los graves enfrentamientos que hoy en día ocurren en distintos puntos del planeta.

El yihadismo es un fenómeno abominable, difícil de erradicar por desgracia, que difunde y genera terror, sí, pero no solo en Occidente sino principalmente en los países musulmanes. Y que tiene su germen en muy diversos factores, tanto religiosos como políticos. Por eso no es conveniente culpabilizar a toda una comunidad de la barbarie que infunden unos pocos, alimentada además por políticas imperialistas y por intervenciones bélicas de difícil justificación e igualmente con terribles desenlaces.

El desprecio por determinados colectivos responde en multitud de ocasiones a la clase social y económica de éstos. También al miedo a lo desconocido. Por eso, a las personas –no a los colectivos– se las debe juzgar por sus actos y no por su origen o condición. Hay que diferenciar estas acciones aisladas, si finalmente se comprueba la culpabilidad de los dos acusados, de cómo viven los musulmanes su integración en Ibiza y Formentera.

Las personas despreciables existen en todas partes, independientemente de su nacionalidad o credo. Sin embargo, no debemos ser nosotros quienes, basándonos en prejuicios o medias verdades, estigmaticemos al todo por la parte. Y menos sin haber llegado al fondo de la verdad.