Sofía Hernanz, poco después de votar ‘no’ en la investidura de Rajoy, posa delante de una fotografía del fundador del PSOE, Pablo Iglesias. Foto: A. S.

Los retratos de los presidentes socialistas desde la II Segunda República nos reciben, uno tras otro, en el largo pasillo que recorre las oficinas del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados. Francisco Largo Caballero, Juan Negrín, José Luis Rodríguez Zapatero y un joven Felipe González, cuya fotografía cuelga junto a una salida de emergencia, la misma que han tenido que tomar los socialistas, en su huída de un callejón sin salida en el que la opción era morir como alternativa o suicidarse políticamente.

Al final del pasillo, sale a recibirnos la diputada socialista Sofía Hernanz sin su habitual sonrisa. Han pasado solo unos minutos desde que, desafiando a la dirección de su partido, votaba ‘no’ a la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. «Hoy es un día muy triste, sin duda el momento más duro de mi trayectoria en la política», admite nada más vernos.

El silencio es atronador en las dependencias socialistas donde, aunque comparten el mismo espacio, la distancia entre los que decidieron abstenerse y los que rompieron la disciplina del partido es ahora abismal. Dos despachos más allá de donde está la diputada ibicenca, se encuentra el presidente de la Comisión Gestora del PSOE, Javier Fernández, quien horas antes había encabezado la procesión del ‘via crucis’ hacia el Parlamento que ofreció el sacrificio socialista para investir a Rajoy.

Vestida de rojo

Aislada del resto de diputados pero vestida de ‘rojo PSOE’ como hace habitualmente, Hernanz muestra la «tristeza» y el «desgarro» por haber votado en contra de su partido. Por la mañana, el ex secretario del PSOE Pedro Sánchez renunciaba a su acta de diputado y anunciaba su intención de intentar liderar de nuevo el partido.

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#YoviajoconPedro fue el hashtag con el que sus fieles le mostraron su apoyo en Twitter. Sánchez se ganó el respeto de muchos el sábado pero solo unos pocos confiaron en él en sus inicios como candidato a pilotar el partido. La primera de ellas fue Sofía Hernanz, quien a principios del año 2013 comenzó a promover la candidatura entre sus compañeros de escaño. El ‘coche’ de Pedro, el mismo con el que, según dijo, recorrerá todos los rincones de España a partir de hoy, fue recogiendo a su paso a otros compañeros de partido hasta que, en junio de 2014, Susana Díaz mediante, logró ser elegido secretario general.

Sofía Hernanz tampoco duda ahora ni un segundo: «Seguiré estando al lado de Pedro». La más fiel de sus compañeros de partido considera que la doble dimisión de Sánchez, como secretario general y como diputado, le han convertido en «un importante referente” para el PSOE. «Ha sido el primer secretario general elegido por los militantes y ahora es un ejemplo para los ciudadanos que creen en la necesidad de un cambio y de hacer otra política», explica.

Probablemente por eso, elige posar delante del retrato de Pablo Iglesias (el bueno, apostilla), el fundador del PSOE a quien ahora muchos reivindican para que el partido recupere sus esencias.

Licenciada en Derecho, casada y con una hija, Hernanz empezó su carrera política en 1995 como concejal en el Ayuntamiento de Vila, que abandonó para ser consellera del Consell d’Eivissa, diputada en el Parlament balear, delegada del Instituto balear de la Vivienda (Ibavi) en Ibiza y directora insular de la Administración General del Estado de las Pitiusas. Una carrera ascendente que, en 2011, la catapultó al Congreso de los Diputados, hasta ahora como secretaria general adjunta del grupo parlamentario socialista gracias a su apoyo a Pedro Sánchez.

Sin embargo, la parlamentaria ibicenca no acompañará esta vez a Sánchez en su salida del Congreso y explica los motivos: «Pedro va a iniciar una lucha por transformar este partido desde la calle y otros compañeros lo vamos a hacer desde el Congreso».

Por delante tienen un tortuoso recorrido con muchas curvas que se escenificó el sábado con las lágrimas contenidas de Sánchez durante la rueda de prensa en la que anunció su dimisión. Las mismas lágrimas que Sofía no pudo reprimir al pronunciar una última frase antes de que su voz se rompiera por el llanto: «Hoy me siento más socialista que nunca y, a partir de ahora, solo puedo decir que voy a luchar por estas siglas a las que he entregado más de 20 años de mi vida».