La madre, en la imagen de espaldas, recurrió a la asociación cuando su hijo le confesó este verano su decisión de cambiar de género. | DANIEL ESPINOSA

Con tres años le dijo a su madre que «no quería ser una princesa; soy un superhéroe». Nunca quiso una muñeca para jugar, le gustaba el fútbol, rechazaba la ropa femenina y el pelo bien corto. Unos avisos que se hicieron reales cuando este verano le confesó a su madre que se sentía un chico. «Dos años antes se vestía de forma masculina y se cortó el pelo como un chico», recuerda Silvia, el nombre ficticio de la madre de un adolescente transexual de 14 años, que este verano hizo el tránsito y se muestra ante los ojos de los demás con su género sentido y adopta todo lo necesario para vivir de acuerdo su masculinidad. Han sido años complicados para la familia que no comprendía ese afán de masculinización de su hijo al que llamaremos como Pedro: «Me preguntaba porqué no podía llevar el pelo corto y no podía ser un chico, pensaba que se le pasaría», recuerda. Su hijo era infeliz y estaba irascible en casa hasta que este verano se lo confesó. «Nos fuimos a cenar y me dijo que quería ser un chico. Yo no tenía ni idea de como podía ser, pero él ha sido el que ha ayudado. No es un capricho, ni una enfermedad, ni una desviación sino que es un chico que ha nacido con vagina», dice Silvia, que se muestra orgullosa de la madurez con la que su hijo ha afrontado el cambio.

El primer día de clase de este curso se presentó ante el resto de sus compañeros como un chico. La respuesta de la clase fue muy positiva e incluso le aplaudieron. «Temblaba pensando en cómo iban a reaccionar sus compañeros», recuerda. La madre habló antes con el centro para explicarles la situación. «Les conté que tenían un alumno nuevo, que se llama Pedro, que tiene todos los derechos a que se le reconozca por su género sentido, que le dejen utilizar el baño de chicos y no me pusieron ningún problema». En la familia también encontró respaldo. «Ha sido increíble. Mi padre me ayudó a contarlo al resto en un evento familiar. Estaba muy bloqueada, entendía a mi hijo pero no sabía por donde tirar», relata.

«Estaba muy perdida»

De hecho, por una prima suya se puso en contacto con Lucas Platero, un escritor y psicólogo transexual, que le derivó a la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis, cuyo presidente en Balears es Alex Lucas. «No sé que hubiera hecho sin él porque estaba muy perdida», dice Silvia, que es integrante de Chrysallis.

Pedro tiene dos hermanos que han aceptado con naturalidad el cambio. También el círculo de amistades ha sido de gran ayuda. «Mucha gente ha llorado pero lo que más me ha sorprendido que después de la primera reacción de asombro se han ofrecido a ayudarme. Ha sido impresionante por parte de mi familia y de mis amigos. Soy muy afortunada con la respuesta que he tenido en Ibiza», dice.

En el transcurso de la entrevista, Silvia está acompañada de Cati, una de sus amigas, que asiente lo que dice. «Sabíamos que desde pequeño era así. Se disfrazaba de chico, se ponía un vestido y se enfadaba. Cuando me lo contaron no me pareció nada raro, es algo normal. El es feliz. Me dice que es un hombre y que le gustan las chicas, pero como un hombre. Ha cambiado mucho».

Desterrar tópicos

Silvia es la voz de Chrysallis en Ibiza. Desde la Asociación quieren desmontar mitos acerca de la transexualidad, como decir que «están atrapados en el cuerpo equivocado» u otros tópicos. «La transexualidad ha estado muy ligada a la marginalidad y no es así. En nuestra asociación hay 385 asociados y se han atendido a unas 500 familias en total», defiende Silvia que, con su testimonio, quiere difundir la labor de la asociación en Ibiza y dar más visibilidad. «Estoy segura que hay más niños como mi hijo y que necesitan ver que esto se puede normalizar. Que la gente no le va a tirar piedras por la calle», dice. También considera necesario que haya formación para los médicos y que sepan actuar en estos casos. El caso de Pedro está siendo atendido en Can Misses, siguiendo las directrices de la endocrina de Son Espases. Silvia ha donado, además, gratuitamente publicaciones sobre la transexualidad a una librería de Ibiza para que la gente que pueda estar interesada. «Muchos niños por miedo o ignorancia prefieren callarse y esperan a la edad adulta para hacer el cambio. Hay que ayudarles a que no esperen a la edad adulta», finaliza.

LA NOTA

El tratamiento hormonal que necesita Pedro

El cambio de género no se puede hacer legalmente hasta que lleva dos años hormonándose. «Ese es uno de los problemas que tenemos y es que la sanidad en Balears no le permite hormonarse hasta los 16 años», se lamenta su madre. «Mientras a sus compañeros les sale barba, cambian la voz y empiezan a masculinizarse, el no puede porque los servicios sanitarios en Balears no se lo permite, piensan que hasta los 16 años no tienen la madurez psicológica y eso es mentira. Hay que ayudar a estos niños para que vayan a la par de sus compañeros», reclama. De hecho, Pedro a los doce años fue a un endocrino porque tenía mucho vello corporal y «le quisieron dar anticonceptivos para paliar ese problema y le dijimos que no, pero ahora vuelvo al endocrino para que le de testosterona y me dicen que no porque no está preparado, reclamamos que lo dejen desarrollarse como el resto de niños a los que se les reconoce como el género asignado». En el momento en el que se pueda, quiere operarse el pecho y ahora acaban de ponerle los primeros bloqueadores para evitar el desarrollo puberal. «Pedimos una hormonación cruzada», reivindica su madre.