En el término medio está la virtud. La elemental frase del filósofo griego Aristóteles ha regido durante siglos la ética del ser humano y, solo en algunos casos, las políticas de nuestros gobernantes.

Esta semana se ha desatado la polémica en Ibiza a consecuencia de las restricciones anunciadas por Medio Ambiente ante la avalancha de inscripciones que genera la ya emblemática Vuelta a Ibiza en Mountain Bike, prueba deportiva cuyos recorridos transcurren por áreas de especial protección de la isla, la conocida como Xarxa Natura.

En los últimos años se ha disparado el interés por las competiciones que se celebran al aire libre, sobre todo las de carrera a pie y bicicleta. Se trata de deportes que no requieren de elevados sacrificios económicos y que puede practicar todo el mundo a poco que entrene.

La afición de este tipo de disciplinas ha crecido exponencialmente, dando a lugar a pruebas sobredimensionadas a nivel de participantes.

Todos hemos celebrado como un éxito de las Pitiusas que acontecimientos como la Media Maratón de Formentera alcance los 2.000 participantes o que en Ibiza las pruebas más reputadas sobrepasen el millar de inscritos. Y como en otros temas, como la llegada de turistas en los meses centrales del verano, igual nos hemos pasado de frenada. Quizás haya que buscar un término medio, un equilibrio, para tratar de preservar nuestro ecosistema: aquello que precisamente capta la atención de aficionados de todos los confines del planeta.

La conselleria balear quiere limitar la participación en la Vuelta a Ibiza en BTT a 350 participantes cuando el año pasado disputaron la prueba 1.200 bikers. La guerra está abierta. Tanto los organizadores como multitud de seguidores y competidores de élite han mostrado su respaldo a la prueba; incluso el Ayuntamiento de Sant Antoni y el Consell d’Eivissa han defendido el evento ante la amenaza de la suspensión.

La protección del medio ambiente y la llegada de turistas en temporada baja para practicar eventos deportivos en las Pitiusas puede ir de la mano. Encontrar la proporcionalidad adecuada y la armonía es trabajo de organizadores e instituciones, pero sería aconsejable reducir el ruido mediático y alcanzar ese equilibrio aristotélico que seguro contentará a la mayoría.