Pocos ciudadanos se acercaron ayer a preguntar a los miembros del Consell.

Cualquier comercio de Vila recibió el viernes en 5 minutos más clientes que personas había ayer en el Parc de la Pau para participar en el ‘Consell a la plaça’, un fracaso anunciado, un experimento que no ha interesado lo más mínimo a los ibicencos. Podría decirse que Ibiza pasó en pocas horas del Black Friday al Black Square. Porque el ‘Consell a la plaça’, que se vendió como un acercamiento de la política a los ciudadanos y viceversa, se convirtió en un sábado negro para los responsables políticos del gobierno insular, especialmente para la vicepresidenta primera, Viviana de Sans, y la directora insular de Transparencia, Gloria Santiago, que con tanta vehemencia habían defendido esta iniciativa tan «novedosa», tan «democrática» y tan «revolucionaria» en el mundo de la política. El coste de este experimento (10.000 euros) ya es una simple anécdota. Lo peor es que se trata de un fracaso anunciado con peligrosos precedentes, como la pseudo consulta ciudadana para la reforma de la carretera de Santa Eulària, que se convirtió en un vodevil innecesario e inútil, con urnas en las que podía votar cualquiera que pasase por allí, sin ningún tipo de rigor ni procedimiento más o menos fiable. La cuestión entonces era sacar una urna en una sala para demostrar que los convocantes jugaban en la Champion League de la democracia. El resto, claro, no habíamos pasado de la Primera Regional. Parecía que la consulta de la carretera (hay que decir que la impulsó en solitario Podemos porque el PSOE no veía motivos para consultar nada) serviría para abrir los ojos a nuestros políticos insulares. Pero no ha sido así. Ayer en el ‘Consell a la Plaça’, si se hubiese contabilizado a todos aquellos sin sueldo público, los ciudadanos interesados en conocer detalles sobre la política del Consell hubiesen cabido en un viejo Seat 600. ¿Qué excusa pondrán ahora ante este nuevo fracaso? Al mal tiempo no podrá ser. Porque el sábado comenzó con un cielo despejado, sin nubes ni riesgo de chubasco. Una mañana excelente para tomar el aire.

No hacía montar este experimento para hacer preguntas que, estoy convencido, cualquier conseller contestaría gustosamente después del pleno a los pocos ciudadanos que acuden una vez al mes a la sesión plenaria del gobierno insular. Ni los tuits de algunos dirigentes podemitas, intentando hacer creer con escaso éxito que el ‘Consell a la plaça’ era un continuo ir y venir de preguntas y respuestas, pudo tapar el fracaso anunciado.

En política, lo crea o no Gloria Santiago, está casi todo inventado. Los ciudadanos, por desgracia, están cada vez más alejados de la política, pero sobre todo de los políticos. Un encuentro en la plaza, como si viviéramos en la Grecia Antigua, no cambiará la percepción que tienen los ciudadanos de los políticos. Y han sido los propios políticos los que se han encargado de desprestigiar a los políticos, como hacía Santiago en un artículo publicado en nuestro periódico. La directora insular lamentaba que el PP, que había derrochado tanto dinero en quitanieves, no hubiese tenido la «genial» idea de organizar este tipo de encuentros. Para defender su proyecto tenía que criticar a la oposición, argumento pobre y demasiado recurrente.

La transparencia está muy bien, pero quizás deberían empezar por el responsable de prensa de Podemos del Consell, que aún hoy debe contestar al teléfono para explicar cómo se ha repartido el dinero de la publicidad que ha invertido con el tema de la plazas Y que conste que en este periódico se han insertado dos anuncios. Lo peor, además, es que habrá más encuentros. Si en Vila, y en pleno sábado, han ido media docena de personas sin contar a los que cobran un sueldo público, no me quiero ni imaginar cuánta gente se atreverá a trasladarse hasta Sant Joan para que Viviana de Sans pueda explicar qué ha hecho para resolver el tema de la vivienda o que Miguel Vericad, por fin, se justifique por llamar «gusanos» a los periodistas que no piensan como él. La transparencia es todo, no solo hacer este tipo de paripés fracasados. Transparencia es dar la cara, respetar las reglas del juego, pero sobre todo no hacer creer que ellos han descubierto la democracia y el resto llevamos viviendo más de 40 años en el limbo.