Una quincena de grandes parches de alquitrán, un paso de peatones a medio pintar, desniveles, grietas o una decena de tapas de alcantarilla que bailan al paso de los vehículos. Son algunos de los problemas que recogía a día de ayer la travesía de Jesús. La mayoría de los males afectan al vial de entrada a Jesús, pero el margen izquierdo también tiene sus daños colaterales.

Los trabajos de los últimos días han minimizado, en parte, los desperfectos que se acumulan a la salida de la rotonda de acceso, pero pasado el ecuador del trayecto se multiplican los problemas en el asfalto y, por extensión, el calvario de los usuarios de la travesía de Jesús, que además deben atender a una proliferación de señales verticales que indican todos los problemas o reclaman precaución.

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Tras 800 metros de viaje sinuoso jalonados con ‘involuntarios’ badenes de control de velocidad, el usuario llega al núcleo de Jesús. Allí, los operarios han corregido recientemente una curva que era un ángulo recto. Allí se entrecruzan varios tramos de reasfaltado y acaba o empieza de forma abrupta un carril bici que en 800 metros recoge hasta 35 tapas de alcantarilla, muchas de ellas mal selladas.

El miércoles, el Consell no recepcionó las obras. El calvario de los usuarios se eterniza.