Maria Marí, al volante de su taxi ayer en Santa Eulària. Foto: TONI ESCOBAR | Toni Escobar

«No ha nacido todavía la persona que me meta miedo. Siempre me he sabido defender sola», dice María Marí Ramon, una de las taxistas más veteranas de la isla que lleva 28 años como taxista en Santa Eulària, cuando habla de la actitud ofensiva que se encuentra en la carretera con algunos conductores.

María empezó a conducir el taxi el verano de 1990. Su marido tenía un taxi y decidió sacarse la licencia. «Me costó mucho porque hacían muchas preguntas sobre mecánica», recuerda. Pese a las dificultades obtuvo la licencia. «Otra compañera mía, Paquita, y yo empezamos», recuerda. Desde entonces ahí está, primero con la licencia 16 y ahora con la 23, en la parada principal de los taxis de Santa Eulària. «Me llevo muy bien con los compañeros, no me gusta pelear ni discutir, sino me gusta hacer las cosas bien hechas y no hacer malas pasadas a nadie», dice de su relación con sus compañeros. Conoce palmo a palmo cada rincón o recoveco de la isla y sirve de gran ayuda a sus compañeros cuando tienen alguna duda acerca de algún destino.

Sin educación

Otra cuestión es lo que se encuentra en la carretera. «No hay educación, ni respeto en la carretera. Se vive un estrés. Me han hecho cosas feas, malas maniobras de otro conductor y encima me insultan, me han dicho de todo menos guapa. Lo del intermitente, algunos lo llevan por adorno», añade. De hecho, cuando se le pregunta acerca de la mala fama del colectivo de taxistas sale en defensa de su gremio. «Si todos fuéramos como los taxistas no habría los problemas que hay. Cuando he tenido un accidente ha sido por los demás, no por mí», afirma.

Su faceta de mujer trabajadora ha tenido que compatibilizarla con mucha dificultad, por una serie de circunstancias personales, con la crianza de sus cuatro hijos, ahora adultos y taxistas de profesión, que le han dado seis nietos. «Mis hijos son los que más lo han sentido porque estuvieron solos y he tenido que ejercer de padre y madre», dice.

Hoy María celebra el Día de la Mujer Trabajadora y reivindica la capacidad de lucha y trabajo del colectivo femenino. «Prefiero una mujer que un hombre en el taxi porque tienen más capacidad de trabajo, son más responsables y van con más cuidado». Confiesa, incluso, que «cuando ha necesitado un chofer he buscado a una mujer más que un hombre. Este año he buscado dos personas y son mujeres».

Asegura que nunca se ha sentido discriminada por el hecho de ser mujer, aunque sí que se ha encontrado con «algunos gestos en la carretera por la malas maniobras de otros conductores. Quizás por ser mujer te escupen más en la cara pero eso no son hombres sino perros sarnoso», dice sin pelos en la lengua.

La fortaleza

María es una mujer con fortaleza pese a las adversidades de la vida. «No ha sido un camino de rosas», señala. Sin embargo, eso no le ha amedrentado. «Estoy muy orgullosa porque soy Leo y le digo a la gente que tenga cuidado conmigo, que soy el rey. Le doy gracias a Dios porque me ha guardado mucho». Va camino de los 64 años, los cumple en julio, y advierte de que no va durar mucho en el taxi, pero mientras tanto seguirá siendo la dueña de la carreteras de Ibiza.