Miquel Vericad (Guanyem ) y Viviana de Sans (Podemos).

El presidente de la asociación de empresarios británicos de Sant Antoni, Martin Makespeace, acaparó ayer buena parte del Consell a la Plaça. Sentado en primera fila, el espigado y simpático agitador formuló preguntas de todo tipo y condición, desde la conectividad aérea en temporada baja hasta la saturación de vehículos en la isla, acabando con un último dardo envenenado para Miquel Vericad: la matanza de las cabras de es Vedrà. El conseller de Medi Ambient tiró de sorna para abordar la delicada cuestión: «Les saluda el matacabras oficial de la isla. Les invito a comer oveja y cabrito en los restaurantes, que allí no se matan». Vericad, más reflexivo, admitió que el asunto «se fue de las manos» y lamentó haber recibido «hasta 40 y 50 amenazas de muerte diarias en redes sociales». También reconoció que la operación «se gestionó mal» y que la imagen pública «fue horrible para la isla», pero durante más de cinco minutos defendió la medida adoptada por los técnicos del Govern frente a la cabras salvajes, «el mayor extintor de la flora endémica de las islas». Vericad argumentó que los pastores suelen matar a los cabritos cuando son crías para no afectar al rebaño, circunstancia que no se producía con regularidad en el islote. «Había que sacar con urgencia a 40 cabras. Hay un sistema para islas planas que es llevar al ‘Brad Pitt’ de los machos cabríos para atraer a las hembras, pero sólo ha funcionado en una ocasión. Para garantizar la seguridad de los operarios se hizo mediante disparos», argumentó el conseller insular, que buscó refugio en la gran cantidad de licencias de caza que existen en el medio rural para justificar la polémica medida.

El segundo Consell a la Plaça no sedujo a una gran cantidad de público. Solo en determinados momentos llegaron a congregarse en torno al discreto escenario cerca de medio centenar de personas, pero la falta de anuncios concretos y el manoseado argumento de la falta de competencias o de personal para combatir determinados asuntos acabó por desencantar al personal. Una ‘fija’ como Conchi, que ya participó en el primer Consell a la Plaça celebrado en el Parque de la Paz, pidió que los plenos del Consell se celebren los sábados para facilitar la participación ciudadana que con tanto ahínco demanda el Ejecutivo. El encuentro también sirvió para que Pepa Marí pidiera a los locales del West que controlen los «malos comportamientos» que se producen en sus terrazas; para que Vericad solicitara a los británicos que se comporten como lo hacen en su casa, o para saber que la consellera Marta Díaz firma cada día «un tocho» de contratos y bajas vinculadas con el hospital residencia de Cas Serres.