Carmen Fano está desde hace días recogiendo los enseres de la delegación de Unicef. | Marcelo Sastre

Carmen Fano anda estos días muy atareada desmantelando la delegación de Unicef en Ibiza, que ha cerrado su sede en Cruz Roja. Fano deja la presidencia pero sigue como socia y anima a la gente a seguir colaborando.

—¿Ha sido la de Ibiza la última delegación en cerrar de toda España?
—Sí, es una de las últimas en cerrar. Hace ya tiempo que se cerraban delegaciones por orden de Naciones Unidas por transparencia y un cambio en la forma de trabajar, más técnico. España es uno de los países con más comités y delegaciones, que suponía muchos gastos. Se ha aunado todo y Ginebra, que es el que nos da las órdenes a España de la parte de Europa, dijo que había que ir cerrando. Que conste y quede bien claro que la delegación no se va de Ibiza. Va a haber un lapsus en el que no va a haber una persona y se dependerá de Palma pero, en breve, habrá una persona delegada del comité de Unicef de Balears. Quedan los comités territoriales y esa persona será la representante de Ibiza en la junta de Palma y delegada de Ibiza que es lo que yo he sido estos últimos meses.

—¿Deja Unicef entonces?
—Sí, pero no es una decisión adoptada porque se quita la delegación sino que yo tenía pensado que era el momento de retirarme. Después de 24 años, primero como vicepresidenta, después de presidenta y ahora como delegada del comité de Unicef de Balears, mis circunstancias personales no me permiten en la actualidad continuar realizando las funciones a las que me había comprometido voluntariamente al iniciar mi colaboración con Unicef. Al no responder a la eficiencia que merece la labor de Unicef, ni a las exigencias que yo misma me he marcado, me veo en la necesidad de presentar mi irrevocable dimisión. Me queda la satisfacción de haber compartido con todo el pueblo de Ibiza y mis compañeros de la junta muchas ilusiones y esfuerzos en defensa de los niños más desfavorecidos. He tenido muchas alegrías y también otros momentos difíciles que han dejado en mi vida una huella imborrable que nunca olvidaré.

—¿No ha precipitado su decisión el cierre?
—No, quiero desvincular el cierre de la delegación con mi marcha, sólo ha coincidido. Sigo siendo socia y, eso sí, que la gente siga colaborando y lo haré en cuestiones puntuales pero para otras cosas que se dirijan al comité de Balears en Palma. El sueño de Unicef es que un día, ojalá, no tuviéramos que existir, ni nosotros ni otra ONG. Ha habido muchos logros en mortalidad infantil pero hay conflicto bélicos y desastres de la naturaleza, pero se trabaja y animo a todo el mundo a que siga colaborando con Unicef.

—¿Hay alguna campaña que le ha marcado?
—El terremoto de Haití, las hambrunas en África subsahariana y la desnutrición infantil. ¡Ha habido tantas campañas! Pero ahora de Unicef puedo hablar poco. Recuerdo que fue terrible la desnutrición infantil en Somalia. No dejaban entrar a las ONG y había que acceder a las aldeas con un avión tirando alimentos para los niños. Familias enteras emigraban al norte donde estaban los campamentos y algunas dejaban a los niños que estaban más enfermos con otros parientes porque en el camino se quedaban. Eso es muy fuerte.

—¿Ha ido a visitar algún campamento de Unicef?
—Hice un viaje interesante a Ecuador en el que tuvimos mucho trabajo. Antes se había hecho un programa pro Andes en el que el comité español financió una gran parte de este proyecto y fuimos a esos pueblos.

—¿Qué va a hacer ahora después de su etapa de Unicef?
—Tengo muchas cosas que hacer. No soy una persona que me quede quieta. Tengo unos deberes que cumplir, muchas actividades y aficiones que me llenan mucho. No estaré sentada en el sofá, eso lo aseguro. Quiero agradecer al pueblo de Ibiza, a los medios, a las entidades oficiales y organismos, empresarios, colegios, toda la ayuda que nos han dado. Gracias a Cruz Roja hemos estado en esta oficina tantos años y hemos tenido un compañerismo maravilloso, tanto con el presidente con el personal.

—¿Qué mensaje transmite a su sucesor?
—Hay una persona que es muy posible que me sustituya, pero no quiero adelantarme porque si alguien tiene esta sensibilidad y un poco de tiempo que llame a Unicef en Palma y hable con ellos. Le aconsejaría que escuche al pueblo y también a los niños de otros sitios. Es un fallo que a veces pasa. Nos centramos en lo nuestro y no nos damos cuenta del exterior. Que nos acordemos de todos, de los de aquí y de los de allá. Mi mensaje es que no se va Unicef, sigue y es muy importante.

—Pero se queda sin delegación.
—Aquí habrá una persona que no va a tener una delegación física pero trabajará desde su casa y se seguirán haciendo cosas, captando socios, actos de recaudación, tenemos programas en marcha, dos municipios Amigos de los Niños, Santa Eulària e Ibiza, dos hoteles Amigos de los Niños y escuelas. Desde Palma está todo centralizado y tienen la página web (www.unicef. es).