Cáritas ha lanzado una campaña de captación de socios coincidiendo con la Semana Santa con la intención de «concienciar» a la población de las diferencias económicas que existen en las Pitiusas. El delegado episcopal de Cáritas, Miguel Ángel Riera, alerta sobre la «doble Ibiza» en la que vivimos.

—¿Cómo se puede colaborar con Cáritas y que hay que hacer para hacerse socio?
— Para hacerse socio pueden acudir directamente a las instalaciones de Cáritas o a las parroquias donde los sacerdotes también pueden facilitar los datos. Tienen que rellenar un formulario donde marcan la cantidad que quieren aportar. Lo más importante para nosotros, a parte de la cuestión económica, que la necesitamos para vivir, es que la gente tenga conocimiento de lo que está haciendo Cáritas. Lo que nos preocupa en Cáritas es esta doble Ibiza en la que vivimos. Son islas muy ricas donde en un par de días tenemos a yates y empresas ingresando de muchas fuentes y un poco a espaldas de lo que está sucediendo con toda esta gente que vive al margen, marginadas de este sistema económico.

—¿Cuántos socios tiene actualmente Cáritas?
— Tenemos 217 que son muy importantes y nos están ayudando junto a la administración pública para tirar adelante todos los proyectos, pero también nos interesa la concienciación de la gente. Cómo es que en una isla tan rica tenemos tantos pobres y tanta necesidad. Esta campaña de socios no va solo dirigida a tener más socios, sino para contar con voluntarios o la colaboración de empresas para dar salida laboral.

—¿Hay que aportar una cuota mínima?
— Lo que quiera el socio. Nosotros nos comprometemos con los socios a invitarles a la asamblea general de cada año y a enviar la memoria para que vean dónde se está invirtiendo el dinero que están donando.

—¿Se puede colaborar de alguna otra forma sin ser socio?
— Sí, por ejemplo, con todas las emergencias mundiales, Cáritas abre una campaña de sensibilización y recogida de comida, pero también hay gente que da donativos puntuales, sobre todo, en Navidad o Semana Santa.

—¿Cree que se ha agravado en los últimos años la diferencia entre la Ibiza de lujo y los colectivos más pobres?
— La crisis ha marcado aún más la diferencia entre los ricos y los pobres. Al ser el colectivo más vulnerable no están preparados para encontrar un trabajo y este sistema dificulta el trabajo y la inserción de esta gente. Cada vez es más difícil que esta gente se pueda recuperar y pueda salir de su realidad.

— Uno de los mayores problemas en Ibiza es el tema de la vivienda, ¿se está notando en Cáritas?
— Claro, muchísimo. Nosotros trabajamos con dos colectivos durante todo el año. Primero con los talleres de reinserción, que es la gente que lleva tiempo viniendo a Cáritas y que tiene una vida muy desestructurada, viene del mundo de la droga, del alcohol o de estar una temporada en la cárcel. Esto te excluye del mercado laboral y por eso están estos talleres. También tenemos un pretaller que impartimos lo básico: normas de sanidad, de puntualidad, de hábito, constancia.

—¿Cáritas está atendiendo a trabajadores que no encuentran vivienda?
— Vienen trabajadores para ver si les podemos encontrar vivienda, pero no tenemos nada. Cáritas fue pionera en abrir una residencia y en otros lugares ha tenido la posibilidad de abrir pisos de acogida para trabajadores, pero aquí como es un problema estructural de nuestras islas, nos ha pillado fuera de onda. Cuando ha llegado el problema, el terreno y la vivienda ya era cara. Ahora tener unas instalaciones para adecuarlas es impensable cuando hace unos años, en los años 60 o 70, se pudo hacer la residencia Reina Sofía. Nosotros abrimos el centro socio educativo Betania en Cas Serres para niños que venían de sa Penya y cuando vino el problema de escolarización, nos encontramos como pioneros. Ahora nos damos cuenta de que no tenemos recursos para poder solucionar el tema de la vivienda, que era algo que tendríamos que haber previsto antes. Con los pisos turísticos dificulta más facilitar una vivienda a los trabajadores.

—¿Vienen trabajadores a pedir comida porque no les llega el sueldo?
— En Vila no, pero en Sant Antoni sí. Están atendiendo a gente que va a trabajar y que se gasta prácticamente todo el sueldo en el alquiler y, por tanto, recurren al comedor para ahorrar algo.

—¿Qué piensa de la polémica que ha habido por la decisión del Ayuntamiento de ubicar el nuevo albergue en el antiguo retén de la Policía Local?
— Es de entender que la gente esté desorientada y que prime su seguridad, pero tal como se ha planteado el albergue no tiene porqué ser un centro polémico porque sería para gente que está en el mundo laboral o que necesita un espacio físico mientras está acabando de reincorporarse a la sociedad, por tanto, en el albergue no hay ninguna inseguridad.

El albergue actualmente está junto al centro de día y al comedor, por lo que es un popurrí y una bomba de relojería. Al separar el albergue del centro de es Gorg esto se soluciona, porque a es Gorg iría toda esta gente que es muy difícil que consiga reinsertarse en la sociedad en la que vivimos.

—¿Existiría el mismo problema si se ubicara en otro sitio?
— Creo que nunca se encontraría el espacio adecuado, pero lo que está claro es que no puede ser en es Gorg porque está a las afueras de Ibiza y enviar a esta gente, que está intentando reinsertarse y que tiene que tener facilidades, para Cáritas sería un error. Todos los albergues están centralizados en la capital porque hay unos recursos para facilitar a esta gente que viva más insertados en la sociedad. Entiendo la polémica y que la gente dude, pero espero que los vecinos que están en contra se den cuenta con el tiempo. Cuando abrió Betania la gente también estaba totalmente en contra y ahora está súper integrado, son usuarios y las reuniones de barrio se hacen allí.

—¿Qué hará Caritas con las instalaciones cuando se traslade el albergue?
— Cuando pasen a es Gorg seguro que tendremos otras necesidades, como por ejemplo usar las instalaciones para el pretaller. El problema de vivienda no lo solucionaríamos aquí para nada, pero si el albergue se llega a vaciar hay capacidad para 20 personas y podríamos plantearnos desde Cáritas cómo ayudar a algo en el tema de la vivienda. A lo mejor a la gente que está en los talleres facilitarles una vivienda a través de un alquiler a precio asequible mientras encuentran una vivienda.

—¿En qué situación financiera se encuentra Cáritas?
— Económicamente dependemos mucho de la administración, que te da un dinero para hacer un trabajo concreto. Luego están las ayudas puntuales para las que Caritas no tiene una ayuda institucional. Son casos en los que hay que ayudar a pagar la luz, a pagar el alquiler, los alimentos, etc. Ese dinero viene de los recursos propios, de los donativos y los socios. La administración está respondiendo, esa parte la tenemos más o menos asegurada, el problema está en las cosas que nos gustaría hacer a parte y no podemos por la falta de recursos. Económicamente estamos al límite, céntimo que entra, céntimo que sale y, sobre todo, con las manos atadas por el hecho de no poder resolver y dar una respuesta a casos que son nuevos para nosotros.

—¿Cáritas tiene subvenciones pendientes de cobrar?
— Ha sido un final de año horrible, pero ahora prácticamente estamos en una situación normal. Estamos acabando de recibir lo que estaba pendiente del año pasado.

—¿La gente de Ibiza y Formentera colabora?
— La gente de aquí es solidaria sobre todo en situaciones concretas pero nos cuesta la constancia. Somos gente muy generosa y se ve en las comidas solidarias que organizamos, pero nos falta el compromiso.

—¿Cáritas intentan llegar donde no llegan las administraciones?
— No llega a todo pero es lo que intentamos. suplir lo que no hace la administración. También hacemos otras funciones que no puede hacer la administración como llamar a la conciencia de la gente que vive de forma desorbitada cuando hay gente tan pobre. Incluso a nivel de medio ambiente como estamos cuidando la isla. Cáritas tiene que llamar a la conciencia ahora que estamos a las puertas de la temporada de como estamos vendiendo y destrozando nuestra isla, porque realmente es una degradación paisajística pero también humana. El Papa Francisco ya habla de esta economía que mata, que no tiene en el centro al hombre sino única y exclusivament. el dinero y la cuestión material.

LA NOTA

«No me atrevería a tirar cohetes pero ha habido una mejora»

—¿A cuánta gente atiende Cáritas?

Este año algo hemos bajado. De enero a marzo hemos atendido a 465 personas cuando el año pasado fueron 691 en este mismo periodo, por lo que algo se nota que estamos mejor económicamente a nivel social. También ha disminuido la gente que viene a los talleres. No me atrevería a tirar cohetes, pero hay una mejora. La gente de acogida, que son los que vienen a preguntar y pedir ayuda, ha bajado de 429 a 206.

—¿A qué se debe?

Los números cantan. La gente que tenemos sin hogar aumenta ligeramente, de 143 a 149 respecto al año pasado. La gente que económicamente estaba al límite está despuntando ahora y ya no viene, pero la gente que no tiene posibilidad de salir del agujero incluso aumenta. 149 personas en una sociedad como la ibicenca son muchas.