Tras un largo y duro invierno de obras, el paseo de Vara de Rey se despojó ayer de parte de las vallas que lo acotaban para abrirse a las centenares de personas que decidieron estrenar la reforma con un paseo por la enorme explanada cerrada ahora al tráfico.

«Tengo una gran alegría porque por fin nos vemos el norte y el sur». Con esta frase expresaba Pepita Guasch, propietaria de la tienda Casa Domingo, la satisfacción de ver cómo le habían quitado de enfrente de su negocio la valla que le tapaba la visión. Por primera vez en seis meses, contaba, había podido saludar a Joan Murenu, propietario de la tienda de enfrente desde la puerta de su tienda, contaba entre risas.

El concejal de Patrimoni, Pep Tur, explicó que la retirada de las vallas ha sido la antesala de la apertura parcial del paseo prevista para hoy cuando los locales que hayan tramitado los permisos de ocupación de vía pública empiecen a instalar desde primera hora del día sus terrazas.

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A partir de ahora quedan «trabajos de detalle», como los definió Tur, y que consisten en pintar las farolas, restaurar el forjado de los bancos y acabar la plantación de los árboles que empezó el lunes.

Sobre las críticas que ha recibido el pavimento elegido para peatonalizar la zona, el concejal recordó que este material se ha utilizado en otras ciudades con patrimonio histórico como Vila pero, aún así, dijo respetar todas las opiniones. «Las críticas son sanas y no puedes contentar a todo el mundo. El cambio ha sido inmenso para la ciudad», señaló.

Entre los primeros peatones que pisaron el paseo, las opiniones eran variadas. Claudia, una turista alemana que viene todos los años, destacaba lo grande que resultaba el paseo sin coches. Sin embargo, David, ibicenco de adopción, opinaba que se podían haber limitado a arreglarlo «con la décima parte de los que se han gastado.» Eso sí, concluyó, «en Can Misses tendrán mucho trabajo cuando caigan los niños en bici».