Diferentes opciones pedagógicas en la educación infantil conviven en Ibiza. Los padres de la isla, de diferentes nacionalidades y credos, matriculan a sus hijos en jardines de infancia de diversa índole. Unos se decantan por las escoletes municipales que, en principio, siguen un concepto pedagógico clásico y otros por centros con diferentes orientaciones pedagógicas entre los que se encuentran las madres de día, las escuelas Waldorf, las Montesori o las basadas en «principios universales» como el centro Universal Mandala. Sin embargo, cuando los niños terminan ese periodo (a los 6 años), los padres que eligieron en su día centros no oficiales tienen que incorporar a sus hijos a los colegios públicos, ya que hasta el momento no existen centros de «enseñanza alternativa» en los que cursar Primaria y grados superiores en Ibiza.

Es el caso de dos alumnos, hermanos, que acuden al colegio de Santa Gertrudis desde primero de Primaria y que se han adaptado «perfectamente» a sus nuevos centros. Así lo cuenta la madre de estos dos alumnos de 5º y de 3º de Primaria del CEIP Santa Gertrudis, Muriel Grossmann, saxofonista de origen austriaco residente en la isla. Grossmann eligió el colegio Universal Mandala para formar a sus hijos «porque creo que la estructura emocional que incorporan en sus primeros años es fundamental para su desarrollo personal; es la base para toda la vida», asegura.

Emociones

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«En este centro se le da mucha importancia a conocer la naturaleza de las emociones y a gestionarlas de forma positiva», según cuenta Muriel. «Se pone mucho énfasis en la resolución de problemas por parte de los mismos niños, con lo que se les da herramientas para que ellos se pongan en el lugar de los demás y consigan resolver el conflicto». En este sentido, asegura, «mis hijos son muy empáticos con los demás y no les ha costado nada incorporarse al colegio Santa Gertrudis, donde tratan la educación emocional. Las herramientas que han incorporado les sirven también para adaptarse con toda facilidad a la nueva situación». El mayor problema, según Grossman, es el número de alumnos de las aulas. «Los profesores no pueden atender las necesidades particulares de cada niño por problemas de tiempo y esto es muy importante ya que cada alumno tiene diferentes necesidades. Por ejemplo, mi hija mayor se ha adaptado mucho mejor porque es una niña más sociable y tenía necesidad de estar con más niños».

Así lo corrobora la maestra de la niña que cursa 5º de Primaria en el CEIP de Santa Gertrudis : «Tuve una conversación con ella sobre el cambio de colegio y me dijo que le gustaba porque se podía relacionar con más niños. Quizás el handicap es que en otro tipo de centro hay pocos niños y se tienen que adaptar a una situación con más compañeros pero, en concreto, con ella no ha sido así. Es una niña muy empática, siempre está dispuesta a ayudar y escuchar a los demás, pero no sé si es por lo que ha aprendido en Mandala o es porque ella es así. Nosotros damos mucha importancia a la educación emocional y a las necesidades particulares de cada alumno», asegura. Y añade: «Mandala tiene muchos puntos positivos en la educación emocional que nos gustaría trabajar más, pero precisamente por las ratios no podemos hacerlo como querríamos. La retroalimentación es buena y podríamos aprender una escuela de otra, que esto es siempre positivo».

Por su parte, la directora de Universal Mandala, Belén Köhler, asegura que, aunque su objetivo es implantar cuanto antes la Primaria en su centro, «los alumnos que salen de Mandala se están incorporando de la forma más natural a los centros. Eso sí, con una base que se ha alimentado de nuestros principios que son: motivación, interconexión, cambio, percepción, formación de emociones, empatía y compasión en acción, que surgen de las anteriores. Todo lo que se aprende aquí, todas las asignaturas, tienen esta filosofía», concluye.