«Lo que sucede ahí no tiene explicación. Es la máxima expresión del caos que hay en la isla. Los okupas se han hecho los dueños, se trapichea con drogas y hay peleas casi todos los días. Es lamentable y vivimos en tensión». Son palabras de un vecino de la calle Suïssa de Sant Antoni. Ellos son testigos diarios de la decadencia del antiguo hostal Picadilly, un inmueble tomado desde hace meses por decenas de okupas. Desde hace un tiempo, el edificio de Playasol Ibiza Hotels está controlado las 24 horas del día por vigilantes de seguridad.

Los guardias «vigilan» un edificio que presenta evidentes síntomas de abandono. Puertas y ventanas reventadas, balcones y terrazas desconchadas y numerosas pintadas en su fachada.

En algunas terrazas hay colchones y tiendas de campaña y el cableado de la electricidad pasa de ventana en ventana.

Según informaron fuentes municipales, la compañía propietaria del inmueble informó tiempo atrás de su intención de rehabilitar el edificio y reabrirlo, pero también les advirtió de que el hostal había sido okupado. Las mismas fuentes explicaron que el proceso de desahucio corresponde a la propiedad, que ahora estaría inmersa en pleno proceso judicial. Desde la cadena hotelera confirmaron a PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA que «el grupo ha tomado las medidas legales pertinentes» en este caso.

A la espera de una resolución judicial, la propiedad ha dispuesto de los servicios de personal de seguridad que controlan el acceso.

Ayer a mediodía había hasta tres efectivos de seguridad controlando el acceso principal al antiguo y desvencijado hostal Picadilly.

«Están ahí para controlar que no pase nada. Hoy han tenido que llamar a una ambulancia para atender a alguno de los okupas», apunta un vecino de la zona, quien añade que entre todos los okupas hay «dos o tres especialmente problemáticos. Uno de ellos, un italiano agredió el domingo a uno de los vigilantes», relató este vecino. La agresión fue denunciada ante la Guardia Civil. Horas después, el mismo individuo, arrojó lejía a los vigilantes desde una de las ventanas.

Quejas vecinales

Entre los vecinos hay desconcierto y mucha intranquilidad. La mayoría no entiende la presencia de tanta vigilancia en un edificio, pero lo que más preocupa son las continuas peleas y la presencia de toxicómanos en la zona. «Hay un continuo ir y venir de personas y lo más preocupante es que entran muchos jóvenes buscando drogas», apunta otro de los vecinos de la zona.

Algunos de los okupas han realquilado las habitaciones y se calcula que entre las tres plantas del edificio hay repartidas cerca de medio centenar de personas.

La empresa que realiza la vigilancia del decadente hostal Picadilly tendría como finalidad controlar que no pase ningún incidente mientras la okupación se prolongue en el tiempo.