Dicen que la realidad supera la ficción y, por desgracia, Ibiza se está convirtiendo en paradigma de los disparates y tropelías que se cometen en un asunto de primera necesidad como es la vivienda.

El drama de los alquileres ha dado un nuevo giro de tuerca después de conocerse, a través de un reportaje con cámara oculta emitido ayer en El Programa de Ana Rosa de Telecinco, la existencia de una mansión reconvertida de manera ilegal por su propietario en una suerte de pensión pirata en la que conviven hacinados y bajo vigilancia unas 100 personas, la mayoría trabajadores de temporada.

La vivienda se encuentra en Sant Antoni y tiene unos 900 metros cuadrados de superficie en la que su dueño, un empresario ibicenco, ha creado alrededor de 50 estancias, muchas de ellas sin ventilación, dotadas con literas y capacidad para 110 plazas.

El interior de la vivienda es caótico, laberíntico. Como explica Rafael, uno de los inquilinos, hay habitaciones a las que se accede cruzando por otra estancia, lo que provoca molestias a sus moradores, y ha llegado a grabar con su móvil ratas y excrementos de roedores. Las cañerías suelen averiarse, dejando a los inquilinos sin agua, y desprenden un fuerte hedor.

La vivienda está dotada con 11 cuartos de baño, nueve lavadoras así como neveras distribuidas por las habitaciones; un salón comedor, una cocina equipada con cuatro hornos, tres microondas y 32 fogones. El propietario ha instalado cámaras de seguridad cuyo contenido observa desde su vivienda, que conecta a través de un pasillo con el albergue pirata, según explica Rafael. De hecho, este joven asegura que hace poco se personó la Guardia Civil para verificar la legalidad de los equipos de videovigilancia. «El dueño se reía. Siempre se le ve muy tranquilo y contento. Se pasea por la casa con su risita», apunta.

Precio y condiciones

El propietario alquila las camas por entre 300 y 400 euros al mes más gastos y un mes de fianza que, según Rafael, no devuelve si el arrendado abandona la vivienda antes de octubre o si es expulsado. Y es que el dueño de esta pensión ilegal hace firmar un contrato para toda la temporada acogiéndose a la LAU y se guarda el derecho a expulsar a cualquier inquilino por las causas que él considere. Bajo estas condiciones, el propietario puede llegar a ganar más de 250.000 euros en un solo verano.

Rafael cuenta que hace unos días tuvo un altercado con otro inquilino, que según él «estaba borracho y tenía un punzón», que acabó con la expulsión de ambos. «El dueño me dio un papel en el que rescindía mi contrato. Por cada día que me quede tengo que pagar 50 euros de penalización, pero no tengo dónde ir así que me quedo», explica el joven, que ya ha denunciado al explotador de esta actividad.

Rafael asegura que en el interior del inmueble se trafica con drogas y que, incluso, recientemente tuvo lugar una reyerta con arma blanca que pudieron sofocar entre varios ocupantes. «Esto es una locura. La mayoría nos llevamos bien, pero aquí hay gente de todas las nacionalidades y no todos se conocen. Seguimos aquí porque no tenemos otra cosa. La gente tiene miedo porque a la mínima te echa, no tienes nada y encima se queda con la fianza. Yo llevo aquí un mes y medio y ya he visto cómo echa a seis personas», subraya este joven trabajador de temporada.

LA NOTA

Ocho cabañas de madera por 1.500 al mes cada una

En el reportaje con cámara oculta emitido ayer en Telecinco sobre los alquileres abusivos en Ibiza también se filmó la finca de una ciudadana alemana que ha instalado ocho cabañas de madera en su jardín para alquilar en temporada. Asegura que hace contratos, a razón de 1.500 euros al mes cada cabaña, y que declara su actividad a Hacienda, aunque no duda en reconocer que su pretensión es la de hacer negocio, para lo que cada año crea una nueva estancia en su finca para alquilar.

En el programa también se muestra a un arrendador extranjero que pide 400 euros al mes por una habitación compartida con tres personas más en una vivienda situada en el centro de Vila en la que pueden llegar a vivir hasta 10 personas.