La Federación Pitiusa de Razas Autóctonas (Fepira) asegura que se encuentran en un «punto crítico» porque deberían aumentar el número de ejemplares de las razas autóctonas y para ello necesitan más criadores.

«Llevamos unos años estancados, en los que no aumentamos el número de criadores, la mayoría son mayores y cada vez hay menos explotaciones ganaderas, lo que va en nuestra contra», asegura el presidente de la asociación Xavi Prats, que recuerda que actualmente en Ibiza hay una veintena de criadores y que dependen de que haya gente que quiera «criar nuestras razas» porque sino «es imposible mantenerlas».

Conejo y porc negre

Las cinco razas que forman parte de la asociación están en peligro de extinción. Tres de ellas ya tienen el reconocimiento de raza autóctona (oveja, cabra y gallina) y las otras dos tienen la calificación inferior de agrupación racial (porc negre y conejo). En el caso de estas dos últimas, la asociación está trabajando para conseguir el distintivo de raza autóctona para lo que necesitan un estudio genético, una comparativa con otras razas que demuestre que es diferente, un estudio morfológico y unos documentos históricos.

Xavi Prats explicó que en el caso del conejo tienen mucho trabajo avanzado, pero que se han topado con el problema de que no encuentran documentación histórica ni fotos antiguas para demostrar que «es una raza que no nos hemos inventado, sino que es la raza de conejos que ha habido toda la vida». «El problema es que históricamente el conejo era el animal que tenían dentro del corral y que se tenía para el autoconsumo y no se lucía. Lucían las cabras, las ovejas o los cerdos, que era lo que les daba dinero», detalla Prats, que remarca que encontrar documentación del conejo es una de las «necesidades más urgentes» de la asociación.

Además, están reclamando un matadero de conejos para poder comercializarlos. «Es una de las peticiones que hice cuando entré como presidente y me consta que el Consell está trabajando para habilitar un espacio», explica Prats, que es criador de cabras, ovejas y conejos.

Por su parte, con el porc negre de Formentera y Eivissa se está trabajando con la caracterización morfológica para crear un estándar físico de este animal, para el cual han recibido ayudas económicas de los consells de Formentera y de Eivissa.

En estos momentos, tienen contabilizados unos cuarenta ejemplares de esta raza, aunque recuerda que hace unos cinco años solo quedaba una única pareja de porc negre en Formentera. Para la recuperación de la raza se tuvo que aplicar el retrocruce para evitar problemas de consanguinidad. «Se juntaron con una raza cercana, el cerdo menorquín, y tras cinco o seis generaciones de mezclas con un macho puro volvemos a tener una raza pura», detalla Prats, que destaca que la cualidad del porc negre es que tiene más grasa, lo que hace mejorar la calidad de la carne.

Valor añadido

Del resto de razas, Prats apunta que la más numerosa es la oveja y solo hay contabilizadas «unas 250», mientras que de cabras y gallinas no se llega al centenar. «En este caso el trabajo de recuperación ya se ha hecho, ahora hay que mantenerlo», recuerda el presidente de la Fepira, que explica que en el caso de la oveja, hay un estudio que muestra que las de Ibiza son muy «diferentes» respecto al resto de ovejas del estado español, «lo que indica que su origen es bastante antiguo o bien vienen de otra zona». «La insularidad es lo que nos ha permitido mantener tantas razas y es importante conservarlas», destaca.

De hecho, desde la Fepira quieren concienciar a los criadores que, además de estar recuperando una raza autóctona en peligro de extinción, tienen el «valor añadido» de que están trabajando «por nuestras razas, que son parte de nuestro patrimonio como es el ball pagès, las torres de defensa, el guisat de peix o los ‘ucs’». En este sentido, también apuntó que el «gusto histórico» que recordamos de platos tradicionales ya no lo encontramos porque se lo daba la carne de las razas autóctonas.

Precisamente una de las aspiraciones de Xavi Prats es que estas razas dejaran de ser solo para el autoconsumo y se pudieran incluir en cartas de restaurantes, aunque actualmente es «imposible» por el reducido número de animales. «Ahora no seríamos capaces de suministrar ni un cordero por semana a nadie», lamenta este criador ibicenco.

LA NOTA

Las vallas de las cabras podrán superar el metro de altura

La Federación Pitiusa de Razas Autóctonas mostró su satisfacción después de que el Consell d’Eivissa incorporara en la Norma Territorial Cautelar una alegación relativa a la altura permitida en las vallas agrarias, que según el texto original no podían superar el metro de altura. «Era ridículo porque lo que hacía era evitar que la gente tuviera cabras», apunta Xavier Prats, que indica que como mínimo tienen que ser de 1,20 metros, aunque lo «idóneo» es que sean de un metro y medio.

El presidente de la asociación recordó que el manejo de las cabras «es más complicado» y no es tan «sencillo» como tener ovejas.