Hoy me gustaría hablar de un tema, en mi opinión, muy interesante: el tema del tiempo. ¿Cuántas veces habremos dicho u oído la famosa frase "No tengo tiempo"? Sin duda, innumerables. Todos la hemos dicho alguna vez.

Pero, una vez, en un curso al que tuve la oportunidad de asistir, me propusieron lo siguiente: sustituir la palabra "tiempo" por la palabra "vida", de manera que, cada vez que fuéramos a decir "no tengo tiempo", en realidad, dijéramos (y sintiéramos) "No tengo vida".

Para mí, el impacto de ese cambio fue inmenso. Me hizo darme cuenta de golpe, de la auténtica realidad del asunto. Porque, si lo pensamos fríamente y con tranquilidad, veremos que es cierto, que el tiempo en realidad es nuestra vida, y que "no tener vida" para vivir lo que realmente importa, es algo muy grave.

Así que, desde ese momento, en lugar de andar por ahí diciendo alegremente cada dos por tres "No tengo tiempo", ahora, al sentir que, en realidad, estoy hablando de mi vida, me lo pienso un poco más, antes de dar por hecho que mi vida no es suficiente para hacer lo que quiero hacer. Y, lo más importante de todo, me replanteo en cada momento en qué exactamente voy a "gastar" mi preciosa vida, y si eso que voy a hacer vale y merece realmente ese altísimo precio que pensaba "pagar" por ello tan alegremente.

Es decir que, poniendo nuestra conciencia en ello, tal vez, dejemos de hacer ciertas cosas que no nos aportan nada y que realmente significan malgastar nuestra vida en ellas. Y, en cambio, tal vez decidamos reinvertir nuestra vida en algo mucho más valioso y enriquecedor para nosotros, que nos haga sentir que estamos aprovechando nuestro tiempo (nuestra vida) como realmente deseamos y queremos, en lugar de dejar que se nos escape inconscientemente, como la arena entre los dedos.

Profundizando un poco más en todo esto, hay otra cosa de la que, tal vez, tampoco hemos sido demasiado conscientes. Y es que, el tiempo, en realidad, es el bien más democrático que existe. Todos, no importa cuál sea nuestra situación o condición, tenemos cada día de nuestra vida 24 horas por delante para "gastar" o vivir como mejor nos plazca. 24 horas, 1440 minutos, 86400 segundos al día para hacer con ellos lo que queramos. Da igual la situación económica, familiar, personal o social que tengamos. Da igual los años que hayamos cumplido. Da igual si somos más activos o menos, más capaces o menos, más responsables o menos, más inteligentes o menos, más trabajadores o menos…

Frente al número de horas que tenemos por delante cada día de nuestra vida, da igual todo, porque, sea cual sea nuestra situación o condición y hagamos lo que hagamos, ese número será siempre el mismo. Para todos. Sin distinción.

El tiempo sigue su ritmo implacable día, tras día y no se puede parar. Tampoco se puede guardar, ni ahorrar, ni acumular, para utilizarlo más tarde como mejor nos convenga.

Solo podemos ser testigos de su paso y elegir de qué manera vamos a emplear cada día esas 24 horas que tenemos por delante. Después, al final del día, de bien poco va a servir que hayamos querido correr más o menos, o intentar hacer más o menos con ellas. Habrán pasado y se habrán terminado para siempre. Para todos.

La buena noticia es que nosotros elegimos. Está en nuestra mano decidir cada día qué vamos a hacer con ese nuevo cupo de 24 horas que tenemos por delante con cada nuevo día.

Y, además, lo que las hace aún más valiosas, es que nunca sabemos si mañana volveremos a disponer de nuevo de ese cupo. Damos por hecho que sí, pero, desgraciadamente, habrá un día en que no será así y el cupo se terminará para siempre. Así que, más nos vale aprovecharlo y disfrutarlo al máximo, como si fuera el último, porque, ¿cómo sabemos que en realidad no lo es?

Una vez leí algo que me entristeció mucho: la mayoría de las personas, en su lecho de muerte, de lo que más se arrepienten es de no haber sabido disfrutar más de su vida. Se dan cuenta demasiado tarde de que no es tan importante trabajar tanto y querer ganar tanto dinero, sino que es mucho más valioso pasar tiempo con nuestros seres queridos, hacer cosas que realmente nos apasionen, disfrutar de las pequeñas cosas del día a día… En definitiva, VIVIR.

Eso es lo que el tiempo, ese "bien" tan relativo y tan controvertido, nos da al final: VIDA.

Nosotros decidimos si queremos ser solo espectadores de su paso, o si queremos aprovecharlo, exprimirlo y disfrutarlo al máximo.

¿Y tú qué vas a hacer? ¿Vas a ver pasar tu tiempo o vas a vivirlo?