El alcalde de Vila quizás no conseguirá que la ciudad esté limpia como una patena. A lo mejor, cuando acabe la legislatura el Cetis continúa cerrado, pero lo que nadie podrá reprocharle es que en estos dos años de legislatura ha obrado un milagro. O casi. Rafa Ruiz ha provocado él solito que las homilías del obispo sean escuchadas con una atención nunca vista. Ahora, feligreses y representantes políticos están atentísimos para saber quién será el próximo en recibir un tirón de orejas.

Chascarrillos aparte, la celebración del Vuit d’Agost de ayer estuvo marcada un año más por el fuerte calor, que hizo que la mayoría de las personas que abarrotaban la catedral tuvieran que echar mano de un abanico para soportar las altas temperaturas en el interior del templo.

Quienes no lo pasaron nada bien en la procesión fueron Pilar Costa, Marta Díaz y Fanny Tur, que tuvieron dificultades con sus tacones y tuvieron que cogerse del brazo de Toni Carraca, Gonzalo Juan y Antonio Viñarás, jefe de protocolo del Consell, para no caerse por las empinadas calles de Dalt Vila. Precisamente, Viñarás llevaba un cabreo importante durante la procesión, ya que no se había respetado el orden que marca el protocolo y aprovechó el parón frente a la capilla de Sant Ciriac para hacer avanzar a la colla de ball pagès, que se había quedado en última posición.

No obstante, el protagonista del día fue precisamente el gran ausente: Vicent Torres. Su ausencia se notó. Y mucho. Y así lo hizo constar su compañera y amiga Marta Díaz, quien durante la exhibición de ball pagès en el claustro sufrió un amago de lipotimia que a punto estuvo de provocarle un desmayo. Por suerte, tan solo fue un susto y la vicepresidenta segunda pudo atender a los medios de comunicación pocos minutos después.

Por cierto, el perro de Gianandrea di Terlizzi, un precioso galgo italiano, tampoco quiso perderse el Vuit d’Agost.