Casi un mes y medio después del acto vandálico que dañó la lápida conmemorativa de los fusilados durante la Guerra Civil por milicianos republicanos ya se están llevando a cabo los trabajos de rehabilitación de la mano del restaurador José María Velasco.

Sobre los trabajos de reparación que comenzaron hace unos días, Velasco ha conseguido eliminar completamente el grafiti, sacando todas las infiltraciones. «El problema –dice– es que el aerosol que empleo el vándalo era acrílico, que al tener base de agua penetra muy profundamente en materiales porosos como el mármol». Problema al que le ha puesto solución gracias a un disolvente especial.

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El resultado ha sido positivo aunque comenta que «evidentemente parte de la pintura con la que está retocada los nombres se ha borrado, pero procederé a hacer incisos en la piedra tras trazarlos en cincel y repintar con pintura negra letra por letra». Con el grafiti extraído del todo, ahora está procediendo a la restauración de la obra original dañada.

Hace dos días ya trabajaba con los fragmentos dañados por el martillazo. «La parte superior estaba fracturada en seis fragmentos de distintos tamaños. He metido una endocámara conectada al ordenador para pescar dichos fragmentos, encolarlos y recolocarlos». En cuanto al resultado final, el restaurador reconoce que cuando se rompe algo así «evidentemente se quedan las líneas de fractura» que irá rellenando con una mezcla de «resina epóxica y polvo de mármol para conseguir el efecto de este material y algunos retoques más». Para asegurar que la placa no vuelve a ser dañada, Velasco, que es restaurador de diversos elementos de la catedral y lleva 23 años trabajando para la Diócesis de Ibiza y Formentera, empleará un producto antigrafiti especial para evitar que los dañen con esa gravedad de nuevo.

La placa se podrá ver totalmente restaurada, «si no se tuerce nada», para la semana próxima, ya que el día 13 es el aniversario de las ejecuciones de la que todos los años hacen una misa conmemorativa. Además, es un día especial «ya que la mayoría de familias ibicencas tienen relación de parentesco con las víctimas de la lápida».