Septiembre es un mes de contrastes en Ibiza y Formentera, al igual que en el resto del archipiélago. Mientras el aeropuerto de la mayor de las Pitiüses sigue registrando un gran número de llegadas, los residentes más pequeños tienen que volver a las aulas con lo que los padres tienen que afrontar un doble reto: seguir con las labores propias de la temporada turística, todavía en marcha, y comenzar con los preparativos de la vuelta al colegio que empezó el pasado miércoles. Y con este reto nos dirigimos hoy a Es Mercat de Santa Eulària que disfruta todavía del bullicio de sus clientes pese a los problemas de aparcamiento de los que se quejan a menudo los titulares de los puestos y al que culpan, no sin razón, de que sus clientes se dirijan a grandes superficies donde pueden dejar su coche casi en la puerta.

Sin embargo, nosotros insistimos en que este tipo de mercado tradicional ofrece unas ventajas, por su trato personalizado, de las que no nos beneficiamos en otro tipo de establecimiento, por no hablar de la calidad de los productos, de su frescura y, en el caso de Es Mercat de Santa Eulària, además, por la variedad de servicios que ofrece y que van desde los diferentes sectores de la alimentación hasta sastrería, ferretería, droguería y zapatería en el mismo edificio.

Así es que hoy venimos pensando, además de la compra semanal de productos frescos, en la Zapatería La Bota, adonde acudimos para reparar los zapatos que hemos sacado del baúl para la nueva temporada otoño-invierno tanto para los más pequeños de la familia como para nosotros que ya tenemos ganas de volvernos a poner el calzado cerrado, los días que el tiempo lo permita.

Pasamos a visitar la zapatería con tres pares de zapatos: unas deportivas, un calzado cerrado de niño y unas botas de adulto. Solo nos hace falta un vistazo de Álvaro Ferrer, el zapatero, para saber lo que se puede hacer con estos pares que tanto nos gustan y que queremos volvernos a poner esta temporada, aunque ya se les noten los achaques del uso. En lo que se refiere a los niños, las punteras de las zapatillas de deporte están muy desgastadas pero creemos que todavía pueden durar un poco más. El zapatero nos propone un parche exterior y una pieza de cuero «rebajada» en el interior para que «queden como nuevas» y se pueda afrontar un nuevo curso de carreras, pelota y diversión.

En el arreglo no nos gastaremos más de 5 euros, y para unas deportivas de marca como las que traemos merece la pena el arreglo. Además, llevamos unos zapatos de niño para ponerles suelas y tapas nuevas y unas botas de cuero de adulto que las necesitan también y que queremos seguir usando muchos años más. Álvaro nos explica que las suelas se cambian cada año y medio o dos años, «depende del uso», y las que pone en los zapatos son de goma y antideslizantes. Además, nos cuenta que los clientes que más acuden a su establecimiento en septiembre son extranjeros que vuelven a su país y que reparan su calzado aquí antes de irse «porque es más barato». La mayoría son alemanes, ingleses y franceses, «menos, curiosamente, los de origen árabe que no reparan su calzado».

Los meses que más trabajo tiene son los que van de septiembre a enero, «porque después la mayoría de los trabajadores temporales suelen dejar la isla». El verano, sin embargo, es una época de poco trabajo porque se utilizan más que nada chanclas y zapatos descubiertos de bajo coste que no merece la pena arreglar, «aunque últimamente nos dedicamos a pegar, coser correas y poner suelas antideslizantes ya que el zapato barato, a pesar de que por su diseño parecen buenos, están hechos con materiales de muy baja calidad, se venden sin terminar y enseguida se rompen». Sin embargo, delante de nosotros una señora trae unas sandalias de tacón de una marca de moda que tienen el mismo problema de adherencia.

Dejamos nuestros zapatos que recogeremos en dos días, no sin antes echar un vistazo a las antigüedades que se venden en esta zapatería, procedentes de un antiguo negocio, y que van desde lamparas de carburo a un gramófono, entre otros muchos artículos, que le dan a esta parada un aire bohemio y nos despedimos de Es Mercat hasta la semana que viene.