La casa-museo León Trotsky se encuentra en Coyoacán, en la ciudad de México DF. Tras ser expulsado de la Unión Soviética en el año 1927, Iev Davidovich Bronstein, más conocido como Leon Trotsky, estuvo exiliado diez años por esos mundos. Primero estuvo en Noruega, pero los noruegos le dijeron que lo admitían siempre que no fomentase actividades políticas y Trotsky no cumplió la condición y lo echaron. También pidió asiló en Estados Unidos, pero el presidente de turno se lo denegó y por fin y gracias a una recomendación del pintor Diego Rivera, el presidente de México, Lázaro Cárdenas, lo acogió en su país a partir del año 1937 como hizo con muchos anarquistas y estalinistas españoles, entre ellos el ibicenco Ángel Palerm (Ibiza, 1917 - Ciudad de México, 1980) .

En su casa de Coyoacán, vivió Trotsky con su esposa Natalia Sedova, y aunque la casa estaba fuertemente protegida, como demuestra que en una de las dependencias, al otro lado del jardín, vivían los guardias y sus altos paredones de piedra, el matrimonio salió ilseo de un primer internto de asesinato, muy chapucero, encabezado por el mexicano David Alfaro Siqueiros el 24 de mayo de 1940. De hecho aún se pueden ver los agujeros de balas de aquel primer intento.

Pero la alegría duró poco, cinco meses después murió asesinado por un agente del dictador de la Unión Soviética Stalin, el español Ramón Mercader. Este catalán se había hecho amigo de Trotski, e incluso, con él había estado el día antes en compañía del ibicenco Ángel Palerm. Tal y como le contó el mismo a Marisol Alonso, Palerm conoció a Caridad Mercader, la aristócrata estalinista que casi obligo a su hijo, Ramón, a matar a Trotsky, y a Ramón en Barcelona, durante las revueltas anarquistas. Allí le enseñó a hacer botellas incendiarias o cócteles molotov.

Luego su hermano, también ibicenco, Juan Antonio Palerm, durante la Guerra Civil, fue enviado a México para traerse cargamentos de armas a España, y de hecho se trajo un barco lleno de rifles winchester. El mismo Ángel sugirió que tal vez había detrás de ese viaje otra misión oculta, ya que Caridad Mercader y Juan Antonio Palerm en realidad fueron enviados por agentes al servicio de Stalin para vigilar a Trotsky que ya estaba en México.
De hecho, durante la entrevista, el ibicenco reconoce que Caridad Mercader, liada amorosamente con un general de la KGB, el general Eitingon, era una agente de Stalin que trabajaba desde hacía años en preparar el asesinato de Trotsky. Y añade: «Entonces yo llevaba esa vida semiclandestina, y un día, este… caminando, yo creo que fue por la Avenida Juárez, por los cafés y eso, me encontré con alguien y me quedé ya convencido de que era Ramón Mercader». O sea que Ángel se encontró (¿casualidades de la vida?) al asesino de Trotsky unos días antes de que cometiera el magnicidio.

Y otra cosa, al día siguiente le llamó su hermano, Juan Antonio, y le dijo que él no había visto a Mercader en la avenida Juárez. Es decir, Mercader reconoció a Ángel y por subterfugios hizo saber al ibicenco que era de vital importancia no reconocerlo porque se sabría que era un agente comunista y se había introducido en el círculo de Trotsky, ganándose la confianza de su secretaria Silvia Ageloff, para asesinarlo con el nombre de Jacques Mornard.

En la entrevista, Ángel confiesa que no le gustó nada que asesinaran a Trotsky, que empezó a pensar en las cavernas, en el aparato.

Biografía. Ángel Palerm Vich

Nació en Ibiza en 1917. Se hizo primero anarcosindicalista y luego comunista. Estuvo en el frente y tras la Guerra Civil, en 1939, se exilia en México. Allí se aleja de la política pura y estudia Historia en el prestigioso
Instituto Nacional de Antropología convirtiéndose en uno los grandes maestros de la Antropología. Tras la matanza de estudiantes de 1968 en la plaza de las Tres Culturas de México DF renuncio a enseñar en la Universidad Autónoma de México y comenzó a hacerlo en la Universidad Iberoamericana regentada por los Jesuitas. De la misma era también profesora su mujer, Carmen Viqueira. En Ibiza ha estudiado la obra de Palerm la profesora Neus Escandell. Sobre el exilio balear en México, hay un excelente libro escrito por el historiador ibicenco Artur Parrón titulado L’Exili Balear a Mèxic (Ed. Documenta Balear, 2009).