La industria ibicenca de Salinera Española comenzó el pasado lunes el proceso de extracción de la sal en los estanques de ses Salines, una cosecha que por las fuertes lluvias de agosto y septiembre se prolongará hasta el mes de diciembre. Sus responsables creen que la producción para este año no llegará a las 50.000 toneladas, la cifra «mínima» para que esta industria centenaria resulte rentable.

Los estanques del Parque Natural de ses Salines acusan una evidente falta de mantenimiento que merma la producción y, en consecuencia, la facturación de una compañía que a día de hoy sólo cuenta con 11 trabajadores –sin contar el personal administrativo–, ya que otros dos se encuentran de baja. Aún así, y para hacer frente a esa falta de competitividad, Salinera ha invertido este año 370.000 euros en la adquisición de dos tornillos de Arquímedes, una maquinaria de última generación empleada para la limpieza de la sal.

La compañía lamenta que las trabas burocráticas del Govern balear por su «falta de comprensión» les impidan llevar a cabo tareas fundamentales de mantenimiento de los cristalizadores, el afianzamiento de las motas o el movimiento de los fangos. Así, Salinera Española lleva siete años esperando a que la comisión salinera, impulsada de nuevo por la conselleria balear de Medi Ambient, establezca el plan que regule la actividad de la extracción de la sal en Balears.

«Si las salinas estuvieran completamente arregladas, nuestra producción podría alcanzar las 90.000 toneladas», indica el director de Salinera Española en Ibiza, José María Fernández. Su apoderado, Juan Ribas, explica que las trabas burocráticas se traducen en un bloqueo en la concesión de licencias («por problemas de interpretación», apunta) para obras de reparación y reforma tanto de las instalaciones como de los estanques. «Queremos que la comisión balear de Medi Ambient y la comisión salinera plasmen por escrito las actuaciones de mantenimiento que son necesarias», sostiene Ribas, que ruega la «comprensión» del Govern para que «nos dejen trabajar y que conozcan cómo funciona la salinera».

Dicha parálisis, sostienen, afecta no sólo a la rentabilidad de la industria salinera de Ibiza, sino también a la conservación y el equilibrio de un espacio protegido como es el Parque Natural de ses Salines.