Con ansiedad y nervios para unos y alegría por el reencuentro con los amigos para otros fue discurriendo el primer día del curso 2017-2018 de esta escoleta en el corazón del bosque de Benirràs donde los niños no se cansan de jugar. Alrededor de 70 alumnos comenzaron ayer su jornada de adaptación acompañados de sus padres, algunos con experiencia y otros para los que también es necesario el proceso de adaptación. La escoleta de Benirràs, que lleva abierta desde el año 1988, depende del Ayuntamiento de Sant Joan de Labritja.

Por sus aulas y por su encantador patio han pasado «muchísimos alumnos». Tanto es así que ahora que muchos de ellos han crecido y dado a luz a sus propios hijos, los cuales asisten también a esta escoleta llena de encanto en la que una de sus maestras también ha asistido allí como alumna y que «acaba de tener un bebé; cuando tenga edad de traerlo lo traerá», asegura orgullosa su directora, Teresa Elías. Hay unos cuatro alumnos en el centro que son «de segunda generación», comenta Elías quien lleva en el centro desde hace 27 años, primero como maestra y más tarde como su directora.

Comenta que seguramente lo que hace de esta escoleta un enclave tan especial es su ubicación. Mucha gente busca un entorno «más natural para sus hijos frente a tanto cemento que nos invade hoy en día». Además, no hay que dejar de lado su metodología basada en el juego, en la experimentación, y en el tiempo, «intentamos darle a cada cosa y a cada niño su tiempo, aunque a veces es difícil, pero hay que lograr que tengan menos estrés».

Por su parte, Ludo, padre de Naitja quien acude a este centro desde que tenía dos meses, ahora más de 20 meses después se muestra encantado. Comenta que «hace años que vivimos en Ibiza. Venimos aquí porque la metodología es especialmente adaptada para niños como el nuestro donde aprenden de una manera holística, cantan, hacen un poco de yoga... cosas con las que crecen mejor y se adaptan a la sociedad de hoy, donde aprenden la cultura ibicenca y también español».

Teresa recuerda a PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA que hace muchos años viajo a Pamplona junto a algunas compañeras para observar y aprender de las escuelas de estilo Montessori que ya trabajaban en la realidad española y no en la italiana. A los ‘proyectos’ les llamaban «hipótesis» y ahora «propuestas». Al regresar «comenzamos a meternos en este mundo de ‘proyectos’», que actualmente se puede encontrar en escuelas de la isla como S’Olivera, Santa Gertrudis, Sant Carles y Sa Joveria, que muchas otras están adoptando en mayor o en menor grado, siendo los pioneros en la isla en utilizar esta metodología. Principalmente, se basa en convertir la unidad didáctica en una propuesta de trabajo, que los niños aprendan mediante el juego y de manera natural.

«Queremos que el niño pueda disfrutar del momento y ser consciente de lo que se está haciendo, pero también que pueda parar y no hacer nada. Se les pide tanto que a veces no saben parar. ¿Para qué tanta prisa? ¿Qué necesitan ellos? Lo demás es todo currículum que nosotros queremos que hagan pero lo que ellos realmente necesitan es jugar, que los quieran, que les demuestren cariño, tener sus necesidades básicas cubiertas y disfrutar. Luego ponemos las herramientas necesarias para que ellos vayan aprendiendo cosas mientras juegan, que es la mejor manera de aprender», agregó la directora del centro.