El capitán y segundo oficial del buque Don Pedro se sientan en el banquillo de los acusados para responder ante la Justicia por un delito contra el medio ambiente, en una causa también abierta contra Britannia, compañía aseguradora como responsable civil directa y SOREL S.L. | Paco S. Pérez

La primera jornada del juicio por el hundimiento del Don Pedro se saldó ayer con un cruce de acusaciones y reproches entre los dos acusados, el capitán y el segundo oficial del buque, a razón de quién erró en el rumbo, y la sombra de que el juicio no acabe esta semana por la incomparecencia de un testigo clave, la del primer oficial, una testifical que de no producirse en un mes supondría la nulidad del proceso.

Ayer, más de diez años después del siniestro, arrancaba el juicio oral con la petición de las defensas de la prescripción del delito, un caso para el que la Fiscalía mantiene su petición de sobreseimiento provisional y que ahora juzga un delito de daños. «Han pasado diez años. Esto no es la causa del Prestige y sentarse aquí ahora no es razonable», advirtió el letrado de José Manuel García, el capitán del Don Pedro. La petición de prescripción fue negada por las acusaciones, dando paso a las declaraciones de los acusados. El primero en contestar a las preguntas de las nueve acusaciones presentes en la sala fue el segundo oficial del Don Pedro, Jesús Salvador Otero, quien estaba al timón del buque después de que el práctico abandonase el Don Pedro.

Cruce de acusaciones

A preguntas de la letrada del Govern sobre si era normal el movimiento de zig zag que recoge el informe, Otero señaló que no fue nada fuera de lo normal y que, una vez fuera del dique, se limitó a «obedecer las órdenes del capitán. Me preguntó qué rumbo llevaba y le dije que 140. Entonces me apuntó que colocase rumbo 180. Ahí, en ese momento, fui consciente de que algo no iba bien», señaló Otero, quien insistió en que él sólo tenía ojos para la rosa del barco. Añadió que en un momento dado alzó la vista y observó que se dirigían hacías las rocas y el faro. «Poco después se produjo la colisión», apostilló.

Otero, que actualmente es capitán de barco, señaló ante el tribunal que previamente al accidente llevaba unos seis meses de segundo oficial y que había realizado dos viajes a Valencia. Además, manifestó que fue el capitán quien decidió poner el piloto automático y el barco a más de 7 nudos, una velocidad excesiva para la zona.

El segundo oficial, al igual que minutos después haría el capitán, hizo hincapié en el hecho de que debería haber al menos una persona más en el puente. «Lo normal es llevar un timonel», señaló. Durante su testimonio, Otero también expresó que tras el impacto, el barco fue estabilizado y había tiempo suficiente para ser remolcados hasta el puerto. «El buque estuvo a flote una hora y diez minutos. Estaba estabilizado hasta la tracción del remolcador. Ahí fue cuando giramos 30 grados».

Tras la testifical del segundo oficial, llegó el turno del capitán, José Manuel García, quien cargó toda la responsabilidad de la maniobra en el segundo oficial. Así, explicó que Otero estaba presente en la conversación con el práctico cuando señalaron que el rumbo para Valencia era 180 y subrayó no comprender la trayectoria errática que hizo que en cinco minutos el barco pasara de un rumbo 116 a 180. «Yo estaba en el cuarto de derrota y veía, por mi experiencia, que no íbamos bien. Las caídas en puerto deben ser lentas y cortas y le insistí en que el rumbo era 180». En su declaración, García apuntó que Otero había «mentido» en varias de sus declaraciones. Así, apuntó que él no le ordenó poner el piloto automático y que en el radar no se marca la velocidad. «El único responsable es el segundo oficial. Tiene bastantes deficiencias de conocimientos», subrayó García, quien apuntó que él tiene una experiencia de más de 35 años, 25 de ellos como capitán.

A preguntas de las acusaciones, García apuntó que se encontraba en el cuarto de derrota porque su turno al timón había acabado y que tuvo que ponerse a preparar las cartas de navegación que, según señaló, debía haber preparado Otero.

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«Al salir del cuarto y ver el faro le aparté del timón instintivamente», subrayó García, quien añadió que salió del cuarto porque escuchó al segundo y a la alumna hablando. «Me mintió varias veces y hubiesen bastado dos minutos de antelación para salvar los dados, el barco y la carga», argumentó García, quien también recalcó que podían haber llegado a puerto con el remolcador, apuntando a una mala decisión del práctico y del capitán portuario.

Posteriormente, fue el turno de Vannessa Palacio, quien estaba como alumna. Señaló que el segundo estaba presente cuando el práctico apuntó el rumbo 180 y que cuando regresó al puente se encontró a los dos acusados en plena discusión. Palacio indicó que tras el golpe hubo momentos de tensión entra la tripulación y que fue ella quien planificó las cartas, contradiciendo la versión del capitán.

LA NOTA

Reclamaciones por daños

Un total de 20 empresas se personan en el juicio como acusación particular y solicitan indemnizaciones por más de 2,2 millones de euros y multas de 9.600 euros para los acusados. Por su parte, el Ministerio Fiscal solicita el sobreseimiento provisional. La Fiscalía argumenta que no se ven indicios de un delito contra el medio ambiente y ahora el delito es de daños. El juicio se celebrará durante toda la semana en el juzgado de lo Penal número 1 de Ibiza y su titular, Clara Ramírez de Arellano, ya advirtió la posibilidad de que no quede visto para sentencia dada la ausencia de un testigo principal.

LA NOTA

Diez años del hundimiento

El buque mercante Don Pedro naufragó con más de 150 toneladas de fuel en su interior el 11 de julio de 2007 en la bocana de entrada al puerto de Ibiza tras chocar con los bajíos de es Daus. Parte del fuel que portaba en su interior fue a parar a la costa ibicenca, sobre todo a Talamanca, Platja d’en Bossa y ses Figueretes, que se cerraron al baño, y también a las marinas deportivas del puerto de Vila. Decenas de voluntarios colaboraron en las labores de limpieza de los restos del fuel que se podían encontrar en la costa ibicenca. El informe de la Comisión Permanente de Investigación de Siniestros Marinos señaló en 2009 que el origen del accidente fue el rumbo incorrecto de navegación que tomó el buque Don Pedro ya que se desplazó hacia el este de la ruta adecuada provocada por una «caída a babor» del pecio a su salida del puerto de Ibiza. Los 18 tripulantes y dos pasajeros fueron rescatados sanos y salvos.