Nueva capa de pintura para el Club Robinson de Cala Vedella. Este complejo residencial del municipio de Sant Josep deja ya atrás su estado deteriorado, lúgubre y lleno de okupas para recobrar la vida tras la reforma acometida por el grupo inversor de origen valenciano Eactivos. Este grupo adquirió 49 apartamentos del Club Robinson el 31 de marzo con la intención de «atraer nuevos vecinos, mejorar la consideración del entorno y fomentar la compra de las viviendas». Queda también atrás el escenario que un día fue pasto de disputas entre propietarios y okupas durante un largo período de tiempo.

«La rentabilidad del alquiler en Ibiza de este tipo de estudios, una vez adquirido y pagado impuestos, es superior al 6%. El alquiler se está pagando a 9.000 euros al año», asegura el grupo inversor en su página web. Además, el grupo avisa de que en la isla «los trabajadores se encuentran en muchos casos hacinados y, por tanto, estos estudios permiten estancias de hasta cuatro personas, cuesta 190 euros al mes por empleado y resulta muy económico el poder disponer de una cama digna en una zona de lujo».

Un vallado perimetral custodia el Club que presenta una fachada maquillada de un blanco aseado y pulcro, que da pistas de la nueva vida que está por venir. Así como el asfaltado de la carretera y el ajardinamiento con grava blanca que predomina en el exterior del complejo. Los balcones aún dan muestra del proceso de renovación radical que se está llevando a cabo en los 99 apartamentos que componen el Club Robinson cuyos propietarios deberán hacerse cargo del coste de las derramas acometidas. Las mejoras en el interior y exterior de los apartamentos oscilan los 500.000 euros, de los que cada propietario deberá pagar alrededor de 5.000 euros, según Joaquín Oliete, presidente de la comunidad de propietarios y administrador de la adquisición de 49 apartamentos que estaban manos de entidades bancarias.

En la puerta de entrada al complejo nos recibe un espacio reservado para el conserje y los empleados de seguridad privada, que velan por el control del edificio las 24 horas del día. Ya dentro de la zona nos hace de guía José María Soriano, albañil pero «de todo un poco». Este empleado de origen valenciano hace un parón en su ajetreado trabajo para presentar el lavado de imagen del complejo. «Aquí se trabaja todos los días para terminar cuanto antes y tener todo listo para la próxima temporada», asegura Soriano en la entrada del recinto. La primera estación es el jardín común del vecindario, que está marcado con una línea blanca donde se trabajará en el empedrado. Antes de las obras, en esta zona común los «grandes» hierbajos eran los dueños. La tala del prado ya ofrece un magnífico aspecto junto a una piscina cristalina cuyas hamacas aguardan la visita de nuevos vecinos.

La seguridad ya no cuelga de un hilo. De sobra se puede apreciar también por las puertas de cada uno de los apartamentos. «Todas las puertas tienen un sistema de seguridad muy fuerte», detalla Soriano que lo comprueba a base de golpe de nudillo. Los pisos, de 36 metros cuadrados, se componen de dos camas individuales, un sofá cama, cocina americana, salón comedor, un baño con ducha, instalaciones wi-fi, electrodomésticos y mobiliario nuevo. Todo ello ampliado, en algunos estudios, con un pequeño balcón con vistas. Asimismo, los pisos cuentan con «la certificación de eficiencia energética y la renovación de las cédulas de habitabilidad renovadas por un período de 10 años». Unas reformas que oscilan los 18.000 euros por apartamento.

El apartamento número 16, de planta baja, va encaminado a ser el nuevo supermercado de la zona con el fin de dar servicio a los vecinos de la urbanización. «Hemos presentado una propuesta al Ayuntamiento para que haya un supermercado aquí para abastecer de productos esenciales a los vecinos. Aún está pendiente de resolución», anuncia Oliete tras añadir que este punto de Cala Vedella carece de servicios. Así, Joaquín Oliete ya ha presentado varias propuestas, aparte del supermercado, como la instalación de contenedores de basura y cableado de telefonía y fibra óptica.

En este complejo residen alrededor de 15 familias durante todo el año. De momento, ninguno vive en los apartamentos adquiridos por la inversora valenciana, que prevé ponerles el cartel a partir de la segunda quincena de noviembre y una vez las reformas estén listas.

A la salida de la visita del renovado Club Robinson, Soraya, una vecina que vive en uno de los apartamentos junto a su pareja y mascota (un perro), comenta que paga 800 euros al mes por el alquiler de su estudio que es «habitable». «No conocíamos la situación que había antes. Nosotros lo vimos y nos vamos a quedar todo el año», señala contenta sobre las instalaciones que tiene el complejo. La misma satisfacción se extiende a Javier, propietario desde hace un año, quien también ve con buenos ojos el asfaltado de la carretera que da acceso al recinto, la iluminación y la mejora del interior del complejo. «Es estupendo las reformas que se están haciendo para el entorno y así poder disfrutar del apartamento», explicó tras añadir que su idea es disfrutar de su vivienda y después intentar alquilarlo.

LA NOTA

Estafas y abandono

El Club Robinson fue pasto de estafas, deterioro y suciedad durante un largo período de tiempo con la gran afluencia de okupas después del desalojo del hotel tras la muerte de un indigente que se alojaba en este recinto semiabandonado. El problema, además, se acentuó por la gran cantidad de coches abandonados y vehículos en estado avanzado de deterioro. Fueron muchos los vecinos que denunciaron las basuras que se dejaban al margen de la calle y la ocupación ilegal de todo el bloque de apartamentos que generaba un estado deficiente de higiene. El responsable de una inmobiliaria que vendía estos pisos fue detenido por la Guardia Civil por presunta estafa. Así, poco a poco, los inmuebles acabaron en manos de los bancos y más tarde de los okupas.