Una mañana radiante en una cocina de las de hoy. Dentro, su peculiar olor a bizcocho del recién estrenado horno que fabrica a fuego lento. Los cantos de los pájaros hacen de feligreses improvisados en medio de un bosque sin sombras en la finca de Can Llàtzer. No es el comienzo de un cuento, aunque de serlo bien podría leerse una y otra vez con la luz apagada. La vida trae sorpresas, a veces en forma de sueños despiertos en estrofas sáficas, el de los venerados poetas de la Antigua Grecia. Veamos. Los ingenieros culinarios de Aspanadif amanecieron ayer entre fogones de estelares oportunidades tan inusuales en el entorno en el que vivimos. En la finca de Can Llàtzer la ilusión se hizo realidad. El motivo no fue otro que la presentación de un horno diseñado para ellos con el fin de aprender y llegar un día a introducirse en el mundo laboral. Estas personas tienen nombre y apellidos: Alejandro Soria, Nia Fabiani, Sara Matutes, Montana Graff, Antonio Rubio, Natalia Goyena, Juan Antonio Marí y Marc Farín. Sin olvidar a su maestra de copla en la cocina, Esperanza Acuña. Pasen y vean. Huele que alimenta.

Ya en la finca, tres mesas alargadas dan muestras del paladar de los reposteros. Brownie de pistacho; piononos de lemon pie, crema catalana, mascarpone o tiramisú; cupcakes; cookies; pastas de té con vainilla; tarta de queso; bizcocho de naranja o de pistacho; tarta de zanahoria; roscos de Huelva; o frutas tropicales. Y zumo para no atragantarse. Estos jóvenes no se lo pusieron nada fácil a los comensales. Los gerifaltes no faltaron a la cita. Joan Ribas, en representación de Vila, Ana Costa, de Santa Eulària, y Lydia Jurado, del Consell d’Eivissa. Todos ellos se perdieron entre los menudos dulces. Algunos más que otros. Tampoco se olvidaron de la cita los familiares de los alumnos de Aspanadif. La verdad es que dieron ganas de probar todos los productos cocinados en el horno con cariño y entusiasmo. Bien lo certificó la monitora, Esperanza Alcuña, quien subrayó que había «productos con gluten, sin gluten, sin azúcar y para diabéticos, es decir para todos». Quién mejor que Alcuña para conocer a los usuarios. «Son personas súper entregadas, que están deseando aprender. Más de uno me ha sorprendido en los dos días que llevamos con el horno», aseguró con los nervios de la inauguración del primer día.

Los reposteros de Aspanadif se vistieron de gala equipados con su uniforme de chef. El día bien lo merecía. «Se me da muy bien hacer las tartas de chocolate y el tiramisú. Nos gusta mucho estar en la cocina», comentó en el jardín Antonio Rubio, alumno de Aspanadif, mientras pegaba bocado a su nutriente bizcocho de pistacho. A su lado no despegaron la oreja sus compañeros de formación, más de uno con suficientes tablas en el mundo del arte culinario. Es el caso de Montana Graff, quien ya cuenta con sobrada experiencia en cocina tras trabajar en un hotel de cinco estrellas en Ibiza. «En el hotel he aprendido a hacer pimientos al horno con queso fundido, miel, aguacate y jamón por encima. Aquí he aprendido a cocinar brownis con un poco de pistacho. Tengo pensado hacer una receta propia con mousse, nata montada, moras, plátanos, nocilla y yogur de coco. Está riquísima», se nos hizo la boca agua al escuchar la lista de recetas de esta auténtica profesional de los fogones. Nia Fabiani fue más allá. Esta joven alumna de Aspanadif sueña con «concursar en Masterchef» y cautivar al jurado con sus recetas. «Me gusta estar en la cocina y poder hacer pollo con patatas asadas y jamón por encima», señaló entusiasmada.

La instalación del horno no es cualquier cosa. Va más allá de cocinar un simple producto. Busca alcanzar los sueños que estos jóvenes acarician con la palma de sus dedos, pero que antes o después degustarán como lo hacen con sus dulces. José Luis Jofré, gerente de la asociación Aspanadif, argumentó ante la atenta mirada de reposteros y comensales que «era hora de abrir los recursos y ofrecer nuevas oportunidades a las personas con discapacidad para que se formen en otras áreas profesionales». «Los productos los llevaremos a hoteles, restaurantes y otros puntos de venta, y a medio plazo cualquiera podrá venir a la finca de Can Llàtzer a comprar directamente a precio de repostería», anunció Jofré.

Los productos del centro ocupacional se elaborarán con un toque «innovador», «artesanal» y «saludable». Jofré también dejó claro que en la cocina se va a utilizar «ingredientes naturales, se reducirá al máximo el consumo de azúcar y lo combinaremos con productos típicos de la isla de Ibiza. Por el momento, no tenemos alimentos ecológicos de nuestra cosecha, pero una vez los tengamos se utilizarán en nuestros platos, con lo que serán de gran valor alimenticio y saludable», destacó el gerente de la asociación tras mandar un mensaje de que depende del entorno en el que se desenvuelvan estas personas con discapacidad contribuirá a favorecer su mejor desarrollo.