Con los bordes rotos y arrugados por el paso de los años y apariencia de pergamino, el acta fundacional de la Petita i Mitjana Empresa d’Eivissa y Formentera (Pimeef) se conserva como oro en paño en la sede de la patronal ibicenca de la avenida España. Antonio Riera, Enrique Mayans, Antonio Torres, Francisco Ramón, Armando Marí y Jaime Bufí estamparon su firma en este documento el 28 de mayo de 1977 sin ser demasiado conscientes del gran paso que estaban dando para unir a los pequeños y medianos empresarios de la isla que, hasta el momento, habían ido cada uno por su lado.

Solo dos de esos seis empresarios visionarios siguen vivos hoy, cuando se cumplen cuarenta años de la creación de una gran federación que cuenta actualmente con 52 asociaciones que aúnan a alrededor de 1.500 empresas. Armando Marí, dueño de una empresa de confección, y Jaime Marí, propietario de la librería Vara de Rey, junto al resto de empresarios entendieron que era necesario unirse para acordar, por ejemplo, la unificación de horarios en una época que, como define Pepe Sala, primer secretario general de la Pimeef, era «la prehistoria del asociacionismo empresarial». El entonces joven abogado Sala fue uno de los impulsores de la patronal aunque recuerda las dificultades en los inicios para convencer a los empresarios. «Éramos nosotros los que teníamos que explicar a los propios empresarios los problemas a los que se enfrentaban y cómo los podían resolver», recuerda.

El teatro Pereyra fue el escenario de las primeras reuniones de los fundadores de la Pimeef en las que los asistentes podían contarse con los dedos de una mano. «Éramos 6 y poco más, nos costaba mucho encontrar socios. Los empresarios estaban de acuerdo con lo que les decíamos pero, a la hora de firmar, se echaban atrás», señala Armando, quien alude a la «fama de desconfiados» que tienen los ibicencos que les hacía dudar de esa organización en ciernes. «Tenían un gran desconocimiento de lo que se podía hacer y lo que no», añade Jaime.

El anuncio de la apertura de un Duty Free Shop en el aeropuerto de Ibiza a finales de los años 70 fue una de las razones por las que aquellos empresarios reticentes dieron un paso adelante y se sumaron a Pimeef. «Al principio llegamos a un acuerdo para que solo se vendieran colonias y perfumes pero después ya no lo pudimos parar», rememoran los fundadores.

La llegada del turismo produjo una radical metamorfosis en las empresas de una isla hasta el momento eminentemente agrícola y que contaba con una población de unos 40.000 habitantes. En el caso de las empresas de confección, como señala Armando, pasaron de producir exclusivamente para la gente del campo, sobre todo en invierno, «en verano se vendían cuatro camisetas», a especializarse en la recientemente creada moda Adlib. «De lo más orgulloso que estoy es del empuje que le dimos a esta industria. Todas las asociaciones de Pimeef trabajaron para que la moda Adlib fuera adelante», explica.

De esa época también tiene anécdotas relacionadas con Smilja Mihailovitch, la creadora de este concepto de moda. Armando recuerda la afición manirrota de la princesa yugoslava que no reparaba en gastos a la hora de promocionar la moda Adlib pese a las regañinas de Armando. «Cada año perdíamos entre 6 y 7 millones de pesetas. Hacía lo que le daba la gana pero como relaciones públicas era la mejor», afirma.

Jaime Marí explica cómo han cambiado las cosas en estas cuatro décadas en su sector. De las cinco librerías que había en esa época en Ibiza y una en Formentera se ha pasado a los 150 puntos de venta que hay actualmente.
Los fundadores de Pimeef sostienen que los problemas se multiplicaran cuando vinieron las empresas de fuera. «Las grandes superficies mataron al pequeño comercio. Antes había tiendecitas de todo. Ahora ha desaparecido el 90 por ciento del pequeño comercio y solo hay tiendas de moda o negocios de hostelería», apunta Armando.

Curiosamente, a pesar de que han pasado cuatro décadas, los problemas de los empresarios siguen siendo, en gran parte, los mismos. Pero, por encima de todo, el principal es la competencia desleal y el intrusismo. En aquella época, por ejemplo, «los chiringuitos de playa solo estaban autorizados a vender refrescos y bocadillos pero todos acababan haciendo paellas». Unos problemas de competencia que, con los años, han ido cambiando de cara y que ahora tienen su máximo exponente en las empresas que basan su negocio en internet.

Sentados en una de las salas de la actual sede de Pimeef, Armando y Jaime se felicitan por todo lo conseguido durante estos años y, entre risas, no dudan en decir que «volveríamos a entrar si tuviésemos la edad». Han pasado cuarenta años desde ese 1977 «en el que todavía se podía dormir con la puerta abierta» y ese pequeño grupo de empresarios se ha convertido en una consolidada patronal y uno de los pilares de la sociedad ibicenca.