Las dos mujeres con más poder de Balears se aceptan mutuamente por imperativo legal. Si pudieran hacerlo, Francina Armegol y Bel Busquets evitarían estar en la misma sala durante más de cinco minutos seguidos, así que las citas del Consell de Govern prometen ser aún más rápidas a partir de ahora. Armengol hace como que se ofende con la dimisión de Biel Barceló cuando la realidad es que la caída inesperada ha sido un alivio preventivo, no vaya a ser que pase lo que todos temen que iba a pasar desde que estalló el asunto de los contratos. Los elogios de despedida de la presidenta a su vicepresident sonaron casi tan sinceros como el apoyo sobrevenido a Pedro Sánchez tras su breve incursión en el Patxilopismo. Y los dedicados a Bel Busquets, ni te cuento.

Armengol está enfadada con Més y Més lo está consigo mismo y, además, mucho. La división en dos sectores que se ha intuido durante toda esta semana quedó ayer patente en el acto de toma de posesión de la nueva vicepresidenta. Més ha dejado de ser partido para pasar a estar partido. No lo está por la mitad, pero el bloque de los ofendidos pesa mucho así que no es descartable que, de aquí a las próximas elecciones, Més pase al Más Allá.

Ningún hotelero acudió a la toma de posesión de la vicepresidenta, en justa correspondencia con alguien a quien no le gustan los hoteles, así que se perdieron la extraordinaria alegría que se apreciaba ayer en la capilla del Consolat. Sí, alegría, y mucha:

Maria Salom y Margalida Prohens no pudieron dejar de sonreír ni cuando escucharon lo del imperativo legal.

Al Pacte le queda un año y medio para recomponerse de esta crisis de confianza. No va a ser tarea fácil: Més comienza en nada su proceso de renovación interno y, en casi nada, las primarias. Por ahora la señalada parece Busquets, pero con la maldición de la calle Montenegro en el ambiente, todo está en el aire. Como la relación PSIB-Més.