Imagen de archivo de Miguel Ángel Riera, delegado episcopal de Cáritas. | Daniel Espinosa

Cáritas cuenta, en Ibiza y Formentera, con aproximadamente 200 socios activos aunque el aporte económico de muchos de ellos no supera los cinco euros. En este sentido, el delegado episcopal de la entidad, Miguel Ángel Riera, dice que «para 2018 nos queremos proponer crecer en número de socios. La idea es buscar 100 socios a 1.000 euros para así asegurarnos de alguna manera el dinero que Cáritas necesita para los gastos corrientes». Entre ellos figuran las ayudas puntuales que ofrecen a determinados usuarios, el salario que pagan al personal contratado y las ayudas o becas que dan a aquellos usuarios que están aprendiendo un oficio en el centro.

Además, a dos días de finalizar el 2017, Riera explica que cierran el año económicamente «mal». «Tenemos una póliza en el banco que si no fuera por eso no podríamos ayudar a la gente que viene y no podríamos pagar las nóminas del personal que tenemos trabajando».

Déficit de recursos

El delegado episcopal hace hincapié en la falta de recursos que tiene Cáritas. Por ello, apunta que es «vital» tener un centro como el de es Gorg y la ampliación del albergue «porque lo que tenemos no está a la altura de una isla como la de Ibiza».

Por otra parte, asegura que la pobreza no está aumentando en cantidad de gente, si no en la calidad de vida de esas personas. «Cada vez tienen más dificultades para salir de la pobreza. De hecho, este año el Informe Foessa ya ha dicho que la pobreza está afectando a la tercera generación; antes venían los abuelos y los padres y, ahora, también los hijos», señala. Y es que, en palabras de Riera, sigue habiendo mucha gente que aún teniendo trabajo no llega a fin de mes.

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«El problema de la vivienda es el principal problema de la sociedad pitiusa», critica al tiempo que incide en la importancia de seguir concienciando a todas aquellas personas que tienen casas para alquilar. «La gente prefiere alquilar solo unos meses a un precio elevado y no tener que estar alquilando a un precio más económico durante todo el año», apunta.

Objetivo: concienciar

Para él, lo más difícil de trabajar en Cáritas está en «concienciar» a la gente de que «esa manera de vivir no se corresponde con la realidad. Vivimos en un mundo con un gran descontrol económico y con una renta desorbitada».

En este sentido, explica que para el bien tanto de la sociedad como de la economía y del medio ambiente es necesario rebajar el ritmo de consumo que, en palabras del delegado episcopal, está llevando al planeta a la desaparición. «Tenemos problemas con la posidonia, con la cantidad de coches, barcos y gente que nos visita... y somos incapaces de controlarlo. También tenemos hoteles y discotecas de lujo que contrastan con la pobreza que hay en la calle», matiza.

Así, pide que se siga luchando para que las desigualdades desaparezcan y se pueda alcanzar un mundo en el que reine la igualdad.