Joan Francesc Romero. | Joan J. Serra

Joan Francesc Romero era el director provincial cuando Balears recibió las competencias de Educación. En contra de lo que se pueda pensar, para Romero no fue un proceso especialmente complicado y la dotación presupuestaria se ajustaba a las necesidades.

¿Cuándo fue nombrado director provincial de Educación?

—Yo ya había sido director general autonómico de Cultura, con Bartomeu Rotger como conseller. Una de las cuestiones que me encargó Rotger fue el regreso temporal de los ‘bous’ de Costitx, de lo que ahora se habla tanto, y lo conseguí. Estuvieron tres meses en el Museu de Mallorca y un cierto tiempo en el propio municipio de Costitx. Con Cristòfol Soler como presidente del Govern, fui cesado y regresé a mis clases en la Escola d’Arts i Oficis hasta que, tras la victoria de Aznar en las generales, se buscaba un director provincial de Educación, ya con Catalina Cirer como delegada del Gobierno. Me eligieron en junio de 1996. Lo primero que hice fue visitar todos los municipios de Balears, empezando por Formentera.

¿Cuándo se plantea la transferencia de las competencias?

—Cuando accedo a la dirección provincial, Aznar ya le había encargado a su ministra de Educación, Esperanza Aguirre, que transfiriera las competencias a las comunidades autónomas. Sólo las comunidades históricas las tenían y las demás no las queríamos porque temíamos una dotación económica insuficiente. Como presidente del Govern, Jaume Matas no las quería, inicialmente. Sin embargo, Aguirre era muy amiga de Matas. Por entonces, el subsecretario de Educación era Ignacio González, ahora en libertad condicional. Aguirre aprovechó su amistad con Matas y le presionó para que asumiera las competencias. Matas se resistía porque ya se veía venir un presupuesto insuficiente. El Ministerio cuantificó las necesidades educativas de Balears en 44.000 millones de pesetas, unos 264 millones de euros, y Aguirre le dijo a Matas que añadía otros 10.000 millones de pesetas, 60 millones de euros. Matas ya lo vio con otros ojos y aceptó.

Siempre se ha dicho que esa dotación era insuficiente.

—No lo veo así. No era una fortuna, pero la dotación se ajustaba a las necesidades educativas de Balears en esa época. El Ministerio lo tenía todo cuantificado.

Y dejando aparte el dinero, ¿hubo problemas burocráticos y administrativos?

—No especialmente, y eso fue gracias al buen trabajo de los funcionarios. En definitiva, se trataba de un simple cambio de titularidad. La maquinaria administrativa ya estaba en funcionamiento y no tenía por qué resentirse.