El carnaval de Vila dio ayer el pistoletazo de salida con el dijous llarder celebrado en Vara de Rey. Ni siquiera el frío mermó las ganas de pequeños y mayores que se concentraron desde primera hora de la tarde en el paseo para festejar una tarde llena de actividades con merienda incluida.

Así, 100 kilos de patatas, 15 de cebollas y, aproximadamente, 600 huevos pasteurizados dieron como resultado una tortilla gigante. «El problema siempre está en darle la vuelta», dijo el cocinero Fernando Vivanco, aunque sabía que nada podría fallar. Estaba todo estudiado para que el resultado final permitiese que unas 600 personas degustasen la tortilla española, esta vez, en formato bocadillo.

«Nunca había visto una tortilla tan grande, ¿has visto lo gordos que son los trozos?, dijo un niño en la cola. Cerca estaba Nieves, quien aseguró que lleva años celebrando este día por tradición. «Después de dos horas aquí esperando y con el frío que hace hoy, no hay nada mejor que un bocadillo hecho con cariño y que esté calentito». Y así, decenas de personas hicieron cola durante un buen rato para conseguir catar este manjar tan típico.

En cuanto al resto de actividades, jóvenes y no tan jóvenes pudieron disfrutar de una fiesta infantil a cargo de Passion Dance. Así, Franciso Haro, de la academia, junto con algunos de sus bailarines, demostraron su arte a un público que bailaba a su ritmo o, por lo menos, lo intentaba. «Ellos se mueven a la derecha y cuando voy a hacerlo yo ya están en el otro lado», dijo Mario, un niño de cuatro años que no paró quieto en ningún momento.

Los más pequeños pudieron subirse al escenario y moverse al ritmo de la música más actual mientras imitaban las posturas de algunos animales. «¡Ahora vamos a ser gatos!, ¿Cómo hacen los elefantes?, ¿Y el caballo?», dijo una bailarina.

Así, entre saltos y risas, llegó una música más sesentera para dar paso al concurso de mariol·los al que se presentaron 24 niños y ningún adulto, aunque por Vara de Rey se dejó ver uno. «El objetivo es que se disfracen con lo que tienen en casa, nada de usar disfraces de tienda», comentó Isabel Ramos, del departamento de Festes del Ayuntamiento.

Sabiendo que se premia la originalidad y el desparpajo de los concursantes, todos subieron al escenario intentando dejar la vergüenza a un lado. «Está nerviosísimo», dijo la madre de uno. Y es que no es tarea fácil ponerse delante de tantas personas, aunque «lo importante siempre es participar y que se lo pasen todos bien», añadió otra madre. Al final, dos ‘peques’ se llevaron a casa dos bonos para canjear en una juguetería.

Una vez más, el dijous llarder dejó con ganas de más a los asistentes que esperan con ansias este fin de semana para seguir celebrando, por todo lo alto, el carnaval.