Si fuera una película, la historia que se cuenta en esta noticia se podría titular Dos hombres y un destino. Y es que al igual que Paul Newman y Robert Redford en aquel inolvidable film dirigido por George Roy Hill en 1969 los dos jóvenes cocineros David Padilla y Ramón Elías Tur luchan por conseguir su sueño: ser dos de los diez finalistas que participarán el 12 de abril en la sexta edición del premio Promesas de la alta cocina que organiza cada año la prestigiosa escuela Le Cordon Bleu de Madrid.

Padilla tiene 18 años y estudia en el IES Marc Ferrer de Formentera y Elías Tur, cumplirá la próxima semana 24 y lo hace en el IES Isidor Macabich de Ibiza. Ambos cursan el grado medio de Cocina y Gastronomía y están muy ilusionados por pasar la criba de cincuenta candidatos y ser incluso el ganador de los 23.000 euros que destina el centro para estudiar allí mediante una beca.

Para conseguirlo, los dos han mandado sendos vídeos en los que cuentan cómo cocinan el plato que se pedía desde la organización, un solomillo de cerdo albardado con salsa de mostaza antigua y alcachofas rellenas, y que serán votados por todos aquellos que lo deseen en el perfil de Facebook de la escuela hasta el próximo 20 de febrero. Eso sí, la opinión de los internautas no será decisiva ya que supondrá el 15% de la nota total mientras que el resto correrá a cargo de un jurado profesional compuesto por chefs de la escuela.

Reglas muy estrictas

La elaboración no fue nada sencilla porque las condiciones exigidas por Le Cordon Bleu eran muy estrictas. El tiempo total de la realización de la receta no podía ser superior a la hora y media y había una serie de técnicas e ingredientes obligatorios. Por ejemplo, era necesario que «el solomillo fuera mechado, albardado con tocino o bacon y bridado» y para cocinarlo únicamente se tenían que emplear las técnicas del salteado o el asado, dejando la pieza «en un punto de cocción rosado». Además, el relleno tenía que ocupar una parte pequeña de la parte central del solomillo y debía de estar compuesto «por tocino picado, aceitunas negras deshuesadas y picadas, tomillo y cebolla caramelizada», y únicamente la cebolla debía tener una cocción, «ya que el resto de los ingredientes debían estar mezclados en crudo». La base de la salsa se tenía que elaborar «a base de jugo de ternera y mostaza antigua», aunque se dejaba al candidato que la realizara y la condimentara a su conveniencia, y las alcachofas, que formaban parte de la guarnición, debían estar «presentadas con su corazón, rellenas y glaseadas y de forma que se viera el torneado».

En lo único donde se dejaba libertad al candidato era en la segunda guarnición, teniendo en cuenta, eso sí, que se debían usar productos locales y de temporada, y en la elección de un ingrediente para añadir de forma opcional.
Siguiendo estos parámetros, el joven chef de Formentera, David Padilla, decidió cocinar una «crema morada de col lombarda elaborada con queso fresco, patatas e higos de su isla y vino Ophiusa», mientras que el representante ibicenco prefirió «un puré de remolacha y coliflor morada con un toque de menta y crujiente de chirivía».

David Padilla: «Me encantaría poder llevar el nombre de Formentera por los mejores restaurantes de España»

David Padilla, acaba de cumplir 18 años y estudia en el IES Marc Ferrer de Formentera. A Periódico de Ibiza y Formentera explicó que la idea de participar surgió de su profesora Marta Esteve, quien le ayudó «muchísimo» en la parte del test psicotécnico y la carta de presentación.

Además, aseguró que su pasión por la cocina le viene desde bien pequeño aunque no tiene nadie en su familia que se dedique profesionalmente a este campo. «Siempre que me preguntaban que quería ser de mayor contestaba lo mismo, cocinero, y eso que mi padre es electricista, mi madre trabaja en una oficina y mi hermano es marinero». Eso sí, dejó claro que su abuelo paterno y su abuela materna cocinan «fenomenal» y que de esta última le gusta «especialmente» la ensaladilla rusa y los bistecs empanados que siempre le prepara cuando es su cumpleaños.

Participar en este concurso y conseguir el premio es su sueño porque cree que le serviría para dar un salto muy importante para lograr dedicarse profesionalmente a su gran pasión, la cocina. Además, con ello conseguiría una de sus mayores aspiraciones: «Llevar el nombre de Formentera por los mejores restaurantes de España».

Por último, aunque afirma no tener un referente claro en el mundo de la cocina, David Padillla se decanta por el madrileño Dabid Muñoz «porque tenemos muchas cosas en común», y por dos de sus profesores en Formentera, la citada Marta Esteve y Humberto Lombardi.

Ramón Elías Tur: «Mi principal referencia es mi padre porque aunque no es cocinero profesional tiene muy buena mano»

El representante de la isla de Ibiza en esta selecta lista compuesta por medio centenar de candidatos es Ramón Elías Tur.

Este estudiante del segundo año del curso de grado medio de Cocina y Gastronomía en el IES Isidor Macabich que la próxima semana cumplirá 24 años ya es todo un veterano tras los fogones. Según explicó a Periódico de Ibiza y Formentera, empezó siendo muy joven y en apenas diez años ha trabajado en destacados restaurantes de la isla. Sin embargo, asegura que su paso por el instituto de Ibiza le hecho cambiar completamente su forma de entender la cocina y que por eso ahora se plantea nuevos retos profesionales.

Ramón tampoco tiene a ninguna persona en su familia que se dedique profesionalmente a este trabajo aunque aseguró que su mayor referente es su padre «porque tiene muy buena mano con los platos y se le da muy bien todo lo que hace». Eso sí, de querer parecerse a alguien o si tuviera que elegir un chef con el que aprender éste sería Jordi Roca, uno de los reposteros más reconocidos a nivel mundial y propietario, junto a sus hermanos, Joan y Josep, del restaurante El Celler de Can Roca en Girona poseedor de tres estrellas Michelin.

Por último, el ibicenco aseguró que sus platos estrella son los arroces caldosos, aunque últimamente está tirando más por las carnes, y que entiende su trabajo como una posibilidad de hacer felices a los demás. Por eso, «a todo lo que cocino le pongo gusto y alegría».