Hay profesionales que llegan a la isla con un contrato de trabajo al que tienen que renunciar por que no encuentran una casa. Los que se quedan no lo tienen nada fácil. Viven de alquiler, algunos comparten piso, pero otros sólo tienen una habitación e incluso algunas son realquiladas y tendrán que abandonar en temporada. Estas son algunas de las vicisitudes que pasa el personal sanitario de fuera que viene a trabajar al Área de Salud. Cuatro de ellas son matronas y hablan maravillas de Can Misses, de sus compañeros y del servicio donde trabajan, el Paritorio, pero encontrar una vivienda de alquiler a un precio asequible es una auténtica odisea que frena la posibilidad de quedarse.

María Garrido es de Valencia y está en Ibiza desde mediados de octubre compartiendo un piso. «Me costó encontrar. Tuve que alojarme unos días en el hospital antes de comenzar a vivir por cuenta propia, pero tengo que compartir», relata. Paga 350 euros al mes en un piso que comparte con otras dos personas, pero su actual domicilio es provisional. «Estoy guardando una habitación de otra chica que vivía en el piso y tengo tiempo para estar allí hasta abril», comenta. Sin embargo, María no lo tiene fácil para buscar un piso ya que su contrato es eventual y no sabe cuánto tiempo estará trabajando. Una situación que le provoca «estrés y ansiedad, es una situación en la que estás con una inestabilidad muy grande». María sabía que era difícil encontrar una vivienda «pero no esperaba que fuera tan complicado, ya veremos qué pasa en abril».

Pilar Boto, que lleva cinco años en Ibiza, aconseja que para buscar un piso «lo que mejor funciona es el boca a boca, nada de Facebook ni redes sociales; me han pedido de adelanto cuatro meses de alquiler en dos ocasiones; eso me parece tremendo». Boto ha podido permitirse el lujo de vivir sola «seis meses en invierno en un piso que tenía que dejar en abril y pagaba 800 euros; puedes vivir sola teniendo unos gastos de 1.000 euros al mes, pero no compensa y tampoco compartiendo; si te vienes para una temporada o poco tiempo sí, pero no si te planteas una vida estable». De hecho, las dificultades para adquirir una vivienda a un precio razonable ha sido determinante para decidir marcharse de Ibiza. «Me iré principalmente por la vivienda. Aquí se trabaja muy bien. El paritorio de Can Misses es uno de los mejores de España». Sus compañeras asienten. «Como este hospital hay pocos. Si pudiera me llevaría Can Misses a Málaga, sería perfecto», apostilla Alba Ortigosa. La malagueña Alba Ortigosa vive con un matrimonio que le ha alquilado una habitación. «Estoy muy bien, son como mis padres y me tratan genial, pero tengo una edad en la que me gustaría vivir sola y los precios están desorbitados. No estoy aquí para gastarme la mitad de mi sueldo en el alquiler». Alba vino para 15 días y en abril cumplirá dos años». Aconsejan a los que tengan ofertas de trabajo de Ibiza que antes de venir tengan un piso. «Tenemos una compañera que vino hace dos veranos y se tuvo que ir con un contrato de trabajo. Se fueron a un hostal de Sant Antoni, pero solo se pudo quedar una noche».

La madrileña Blanca Bautista llegó a Ibiza en septiembre de 2017, «es un mes horrible para encontrar algo porque sigue la actividad vacacional, pero encontré una chica que alquilaba una habitación por 400 euros, nos llevamos muy bien y cuando llegó junio quiso que pagara 600 euros, que era lo que pagaba por un piso completo en Valencia con garaje y piscina; me quedé hasta que mis compañeros de trabajo me hablaron de un piso compartido donde se quedaba una habitación libre». Pese a todas las dificultades, Blanca no quiere generalizar. «Hay que agradecer que en Ibiza sigue habiendo gente honesta y prefiere alquilarnos un piso a los profesionales antes que lucrase y sacar más dinero alquilando por vacaciones». Blanca confiesa que se siente muy a gusto en Can Misses, «se trabaja muy bien en el hospital, aprendemos mucho y tenemos un ambiente de trabajo que no hay en otros hospitales de España».

Entre los compañeros hay mucha solidaridad, «cuando alguien se entera de que hay una habitación o pisos te avisa», apunta María. De hecho, Pilar asegura que «hay pisos que son de gente del hospital, nos los vamos pasando, y de ahí no lo salen; te avisan antes de decírselo al casero porque no hay». También por sus condiciones de trabajo, con guardias nocturnas y una carga de trabajo en la que necesitan descansar en su tiempo libre les limitan sus compañeros de piso. «No venimos de fiesta a trabajar por la noche, sino a hacemos turnos y necesitamos una tranquilidad en el piso y no podemos compartir con cualquiera». Los sanitarios se ayudan unos a otros a encontrar alojamiento. «Ponemos en el grupo que necesitamos una habitación para una matrona que va a venir porque si no llega agosto y no hay quien lo cubra y entre nosotros lo arreglamos. Yo he alojado a dos matronas, una semana cada una», comenta Pilar.

Todas han descartado comprar una vivienda. Pilar estuvo dos años mirando con la tesitura de Gijón o Ibiza pero al final ha ganado Asturias, «por dinero por calidad, por tipo de piso y por todo». María confiesa que «aún estoy en el momento de felicidad plena, llevo muy poco tiempo, hay mucha calidad de vida en Ibiza, acabo de llegar y estoy bien aquí».

Iván Flores dejó su trabajo de Barcelona y llegó a la isla hace pocas semanas para ejercer en lo que le apasiona. «Llegué un lunes y el martes ya estaba trabajando con un contrato indefinido en una clínica», explica este auxiliar de enfermería. El problema está en la vivienda. «Lo que yo veo es que en la Península no hay trabajo y aquí se aprovechan de eso y piensan: quieres trabajar, paga», critica.

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En este sentido, explica que vive en un estudio de 35 metros cuadrados en los altos de Cala Vedella por el que paga 750 euros mensuales. «Estoy pagando por un techo para mí solo, que es lo difícil, pero sé que voy a tener que trabajar lo que no está escrito para poder mantenerlo y no sé cuánto tiempo va a ser eso». Además, dice sentir «miedo» por primera vez en su vida porque «no sé si me he tirado a la piscina sin agua o no. La primera vez que vine a Ibiza hace unos años todo era más fácil que ahora».

Flores critica que el sueldo no le compensa los gastos que tiene y dice que «la gente de la isla debería estar agradecida de que sigamos llegando a pesar de todos los problemas que nos ponen».

El DETALLE

«Nos convertimos en agentes inmobiliarios personales»

«Nos convertimos en agentes inmobiliarios personales», relataba Rodolfo Moreno, jefe de Servicio de Ginecología, acerca del problema de la vivienda. El sindicato Satse asegura que hay profesionales que deciden marcharse. «Se plantean si siguen como estudiantes compartiendo piso o se van a su comunidad que no tienen una interinidad pero trabajan diez meses al año», explica Irene Costa, portavoz del Satse, que muestra su preocupación por esta inestabilidad. «Reciclar a un compañero es un desgaste. Se hace con mucha voluntad pero es un desgaste que hay que valorar». Costa dice que el principal problema «es el acceso a una vivienda de alquiler anual a un precio asequible y es necesario una equiparación del complemento de indemnización por residencia como en las islas menores de Canarias, Ceuta y Melilla».

EL APUNTE

Casi una veintena de profesionales han pasado por la residencia de Can Misses por las dificultades de alojamiento

El Área de Salud es consciente del problema de la vivienda y desde el verano pasado, concretamente el 19 de mayo, cuenta con una residencia para alojamiento temporal de los profesionales. Desde su puesta en marcha se han alojado 19 profesionales de los que son once médicos, siete enfermeros y una odontóloga. La estancia media de los profesionales de de dos meses aunque hay casos en los que solo han estado un día y la mayor ha sido de cinco meses. En la actualidad hay tres habitaciones ocupadas de las ocho disponibles en las que pernoctan una matrona, un médico de Urgencias y un especialista en Otorrinolaringología. Desde el Área de Salud aseguran que el balance es muy positivo porque se ha conseguido llevar cubrir contratos de corta duración, como cobertura de vacaciones y bajas, y servir de punto de llegada para profesionales de fuera, como fue el caso de María Garrido. La residencia cuenta con ocho habitaciones que se ampliarán hasta once tras la reforma del edificio J. A ninguno de los profesionales se le ha cobrado nada ya que el documento que rige las condiciones de uso de la residencia entrará en vigor una vez que se haga la reforma del edificio J. El primer mes será gratis pero a partir del segundo tendrán que pagar cinco euros por día con gastos incluidos como luz, agua, limpieza, internet, seguridad y lavandería.