‘Untitled (Headstand)’, Keith Haring , Vila 2018.

Ciertamente es un enunciado lo suficientemente amplio como para plantear una disertación más extensa, pero como no se trata tampoco de exhibir pensamientos para lograr aplauso, sino que desde esta tribuna y en un mundo en el que los social media son seguramente más determinantes en la intercomunicación actual, se plantea más bien una opción bastante más sencilla, que es la sugerencia, una propuesta no para convencer, sino comunicar un punto de vista más.

A veces nos tocan fechas capicúa, o por lo menos casi. Y si simplificamos y no nos limitamos a ser demasiado exactos, lo son. Sólo es un día determinado, y no será nunca más, por lo menos en este milenio. Creo. No ocurre así con Neuquen, que sí es ciencia exacta e inamovible.

Son esas cosas sencillas de la vida que nos estremecen, si las apreciamos, claro. Como aquel ejemplo de cruzar a diario por el mismo entorno sin ser conscientes de lo que nos rodea. Así la palabra crisis significa lo peor, algo de lo que no salimos. Aparentemente. Una situación que nos ha llevado al cambio del desarrollo cotidiano. Y precisamente el cambio, que no es más que el significado original, tiene un contenido significativo y próspero. Ocurre algo similar con la demagogia, por ejemplo, que en un principio correspondía a una actuación guía, también próspera, pero que acabó usándose como determinio de influencia negativa y engañosa.

La evolución, como la energía que no se consume y solo se transforma. ¿Cómo era? Es así como realmente todo experimenta un cambio, una transformación, un aprendizaje. Y muchas veces simplemente fluye. Y no todo está catalogado. La hache que se convierte en efe. O al revés. Antes de ser admitido, precisamente no existía. «Que esto no existe, que te lo has inventado. Consulta la RAE».

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Y afortunadamente el creativo, no sólo debe adherirse a las normas descritas en los manuales educativos. Éstos deberían más bien servir únicamente de trampolín para descubrir procesos nuevos y no quedarse estacados en graso sobre magro y no al revés, como podría proponer Max Doerner.

Gracias a esta aceptación de la evolución de lo ya establecido, la ciencia humana consigue este afortunado avance. Evidentemente todo necesita su tiempo. Imaginemos la escultura de la rotonda de Marina Botafoch años ha, en precisamente este lugar, o sin ir más lejos en Vara de Rey. Impensable. De la misma manera que la Bauhaus tuvo que salir por patas del emplazamiento original, por no ser aceptada. Pero no sé qué es peor, que ahora una gran cadena de bricolaje pueda comercializar sus productos bajo este nombre o que en su día se discriminara por ignorancia.

Sí que es sorprendente como en los años veinte y acabando de salir de un evento mundial devastador, pudieran surgir artes que en estas edades contemporáneas casi casi casi, aún se puedan contemplar como tendencias modernas y actuales.

Es más, tal vez fue más contemporáneo en aquella época que ahora, o por lo menos bajo lo que entendemos por actual, contemporáneo o moderno. Como denominador común quizás podríamos mantener que, cuanto más sencillo más elegante. Reconozco que tardé también en entender y valorar esa sencillez. Recuerdo que calificaba por ejemplo de impersonal un espacio habitacional equipado con cualquier tipo de avance tecnológico y mobiliario austero de línea sencilla. Concluía que era demasiado impersonal por la falta de objetos que en estos momentos catalogaría de superfluos. Podría ser una manera de evolucionar.