Joan Bonet (Dalt Vila, 1950) lleva toda una vida en contacto con tintas, papeles e impresoras. Con tan solo 14 años empezó como aprendiz en la Imprenta Verdera y desde entonces siempre ha estado ligado a la industria gráfica. Fundó Gráficas Pitiusas junto a Pepe Guasch y en 1990 decidió abrir su propio negocio junto a su mujer, Fina Mas (Ibiza, 1961). Tras unos inicios «duros», Can Imprès es ahora una de las imprentas más importantes de la isla donde se apuesta por el papel y la tinta ecológica, así como por la tecnología más puntera.

Lleva toda una vida dedicándose a este mundo, ¿cuándo empezó su relación con la industria gráfica?

— Empezó cuando era un niño, tenía solo 14 años. Soy totalmente autodidacta pero siempre me he ido documentando. Empecé en la imprenta Verdera, en la calle Montgrí, era muy pequeña, con solo una Minerva manual y una guillotina manual. Allí es donde aprendí. Había un trabajador, que se llamaba Miguel Roig, que me hizo entender que lo de la imprenta era un arte. Fue él quien me enseñó todos los trucos y todo lo que tenía que saber.

¿Cómo siguió esta trayectoria?

— Más adelante seguí en Imprenta Isla donde estuve unos años y después ya nos asociamos Pepe Guasch y yo para fundar Gráficas Pitiusas.

¿En qué momento decidió abrir Can Imprès?

— Son cosas de la vida. Mi socio y yo en Gráficas Pitiusas decidimos separarnos y después de un año y medio sabático me di cuenta que tenía que continuar. Es algo que llevas en la sangre y seguí con lo que había hecho siempre.

¿Cómo fueron los inicios?

— Muy duros, atravesamos una época muy dura porque cogimos de lleno la crisis del 92 y fue un poco fuerte.

Cuando empezó con 14 años, ¿pensaba que dedicaría toda una vida a la imprenta?

— No, pero la verdad es que era una cosa que me gustaba mucho. Cuando era pequeño ya me pasaba por la Imprenta Manonelles, al lado del colegio de la Consolación, e iba a ver lo que hacían. Recuerdo que estaba siempre llena de papeles por el suelo y me encantaba cómo imprimían. Tenía solo ocho años y ya me fascinaba todo aquello.

¿Cómo se imprimía antes?

— Era todo manual, tipografía total. Debo ser el último tipógrafo que queda en activo.

¿Y cómo ha evolucionado?

— Ahora ha cambiado cien por cien. Ahora usamos el sistema de impresión offset con la tecnología más moderna que hay en el mercado mundial. Usamos un sistema de planchas que fuimos pioneros no solo en España, sino casi en Europa. Es un sistema de planchas que llevan una especie de fotopolímero y se insolan directamente y ya van directas a máquinas. No tenemos que procesar ningún tipo de revelador ni de película, sino que la plancha va directamente a imprimir. Con esto eliminamos mucho reciclaje.

¿Qué cantidad de residuos generaban antes?

— Venía una furgoneta grande de 2.500 kilos cada tres meses y se iba llena. Fuimos los primeros en reciclar y al principio lo enviábamos todo a Mallorca y nos costaba una fortuna reciclar todos los productos. Ahora prácticamente no hay nada, solo las planchas y los residuos de las tintas, que lo recogemos aparte y lo enviamos a Ca na Negreta. Ha sido un cambio total.

¿Han ganado también en rapidez?

— En rapidez también porque te ahorras muchos pasos. Antes tardabas en hacer una plancha media hora y ahora haces las cuatro planchas en 12 minutos. El producto también sale con más calidad, porque si antes conseguías un punto de trama de un 8% o 9% debido a los pasos que ibas perdiendo, ahora pierdes un 1%. Hay una diferencia abismal de calidad.

¿Qué servicios ofrecen en Can Imprès?

— Un servicio integral, desde una tarjeta de visita a un planning de una entidad corporativa.

¿Con cuántos clientes empezaron y cuántos tienen ahora?

— Es difícil de evaluar, pero tenemos una buena cartera de clientes. Al principio hubo mucha gente que cuando supo que nos instalábamos, vinieron. Gracias a ellos estamos viviendo.

¿También ha crecido la plantilla?

— Creció mucho, pero ahora no somos tantos. No nos hace falta tanta gente porque la rapidez y la agilidad que nos dan los sistemas de impresión son muy grandes y no hace falta tanta gente como antes. También se ha jubilado gente y otros se han ido fuera por lo que tenemos casi una plantilla fija desde hace 20 años. En los últimos años, a parte de mi hija que estudió diseño gráfico, no se ha incorporado nadie más. En total somos 11 trabajadores, contándonos a nosotros dos.

¿Qué trabajos os encargan más?

— Depende de la época, pero sobre todo publicidad impresa y bastante edición como libros y revistas y algún catálogo de arte. Estamos especializados en la edición de libros y en estos tiempos vivimos de estas cosas porque en invierno mantener el personal con cuatro tarjetas y dos carteles es muy difícil. El problema de Ibiza es que se va mucho trabajo fuera.

¿La gente prefiere imprimir fuera?

— Sí, es inexplicable que se pida fuera pero es así. Estamos preparados para hacerlo aquí pero si lo encuentran por un céntimo más barato lo hacen fuera. No piensan que lo que hacen aquí, revierte aquí.

¿Tener una imprenta en Ibiza tiene unas repercusiones económicas más altas en comparación con la Península?

— Sí, claro que tiene repercusión. El papel siempre lo pagamos un poco más caro. En presupuestos que vamos igualados con gente de fuera tenemos que asumirlo nosotros si no queremos perder un cliente, es matemático. La insularidad la pagas y repercute.

¿Encuentran mucha competencia o intrusismo en el sector con precios bajos?

— Hoy en día sí. Vivimos gracias a la fidelidad de los clientes que tenemos, porque si no no funcionaríamos.

¿Han invertido mucho para mantenerse al día en estos años?

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— Sí, de las máquinas de impresión cambiamos la última en 2006, pero te aguantan 20 años. En preimpresión hicimos el cambio completo con la introducción de los CTP (Computer To Plate). Hoy en día la tecnología láser es lo que predomina pero también hemos invertido en digital para ponernos al día en procesos más rápidos. No tiene la misma calidad que el offset pero hay que adaptarse a los nuevos procesos. Siempre hemos tenido una vista futurista y nunca fallamos a la feria de impresión Drupa, en Alemania, para ver toda la nueva tecnología, lo que nos da una visión más real de lo que hay en el mercado. En Can Imprès siempre hemos estado al día porque cuando empezamos ya apostamos por los Apple que en aquel entonces había gente que no daba dos duros y nosotros nos tiramos de cabeza porque los había visto funcionar y vi que era el futuro de la imagen y el diseño.

¿Cuál es el éxito para que funcione la empresa?

— Mucho trabajo y mucha dedicación. Es una cosa que siempre hemos hecho con mucha ilusión. Si no tienes ilusión para hacer una cosa, mejor no te dediques a eso.

¿Hay algún trabajo que le haya marcado más o recuerde en especial?

— Posiblemente el catálogo de arte que hicimos de Micus. Tenía mucha amistad con él y justo falleció cuando estábamos acabando el catálogo. Me marcó mucho porque era un catálogo que maquetamos los dos con mucho cariño y acabó siendo su obra póstuma.

¿Cree que aún le queda vida al papel?

— Sí, no es lo mismo que hace 25 años, pero aún tiene vida. El papel no morirá. Un libro siempre será un libro y un catálogo impreso siempre será un catálogo impreso. Por jemplo, el catálogo de Micus es la recopilación de la vida de un autor, si lo tienes que mirar en digital no te lo mirarás nunca. A la gente aún le gusta tenerlos y poder tocarlos.

¿Tienen cuantificado cuánto papel gastan en un año?

— No, pero gastamos muchas toneladas de papel. Ahora se gasta menos y está bien porque antes se hacían diez veces más pósters de discotecas y flyers que no ahora.

¿Con cuántas variedades de papel trabajan?

— Muchas, hay una gran variedad. El 40 o 50 por ciento del papel que usamos es reciclado y más de un 90% de la producción que hacemos es de papel completamente ecológido. Es un papel que nos sale un poco más caro pero intentamos mantener esta línea. También utilizamos tinta ecológica.

¿Alguna anécdota de la historia de la empresa que recuerden siempre en la familia?

— Fina: En los inicios que éramos poca gente y las hijas eran pequeñas, muchas veces para acabar algunos trabajos comíamos aquí y tengo la imagen de estar sentados en alguna máquina comiéndonos un bocadillo. No ha sido fácil, pero miras atrás y ves también que ha valido la pena.

¿Qué ventajas tiene trabajar en familia?

— Fina: Lo importante es intentar que los problemas que tenemos aquí no sigan en casa, es difícil pero hay que intentar cortar en cuanto sales por la puerta. De momento aún no nos hemos tirado los trastos a la cabeza.

¿El negocio tendrá una continuidad generacional?

— Joan: Esperemos que sí, es la ilusión que nos mantiene. Una de nuestras hijas está ya integrada en la empresa y la otra tiene otro trabajo pero también nos echa una mano. Nunca les he obligado a nada y ya hice mucho implicando a Fina.

¿Fue fácil convencerle para entrar en la empresa?

— Fina: En aquel entonces no tenía trabajo y tenía las dos niñas pequeñas, entonces pensé que podía compaginar vida familiar y echar una mano en los inicios, que son más difíciles. Mi idea era estar unos meses y cuando el negocio tirara, buscar trabajo de lo mío, que era el turismo. Pero ya no me fui y me quedé porque el trabajo me gustó mucho. No es un trabajo aburrido, es creativo y no hay un trabajo igual. La verdad es que me entusiasmó. Hay muchas posibilidades, muchos papeles, muchos acabados y es un reto ver hasta dónde puedes llegar con los medios que tienes.

¿Volvería a ser empresario?

— Sí, sin ningún problema. Hay momentos duros pero tampoco aspiro a una vida sin hacer nada, siempre he sido un empresario trabajador.

¿Cree que es difícil ser empresario en Ibiza?

— Sí, es difícil y más con los tiempos que corren ahora, que vienen cuatro mangantes, montan algo seis meses, se llevan el dinero y no los vuelves a ver más. Ibiza se está pervirtiendo en este aspecto.

Si viniera alguien ahora y le dijera que quiere montar una imprenta, ¿que le diría?

— Le diría que está un poco tocado del ala (risas). Si no fuera porque tenemos una clientela fiel sería difícil. Estamos pagando unos impuestos, manteniendo un personal y pocas veces se tiene un cuenta. Si cuesta algún céntimo menos, se van fuera, pero si no intentan proteger un poco al empresario ibicenco, desapareceremos todos.

PERFIL

● PRIMER TRABAJO: Aprendiz de tipógrafo

● FAMILIA: Dos hijas

● AFICIONES: Ciclismo

● CIUDAD PREDILECTA: Formentera

● RINCÓN DE IBIZA: es Còdols

● PLATO: Guisat de peix

● EQUIPO DE FÚTBOL: Real Sociedad

● DE PEQUEÑO QUERÍA SER...: Impresor