El párroco de Santa Eulària, Vicent Ribas, bendijo a las puertas de la capilla de Lourdes las palmas de todos los participantes en la procesión del Domingo de Ramos de Santa Eulària.

Santa Eulària celebró ayer la entrada de Jesús en Jerusalén con la procesión de palmas del Domingo de Ramos que, a pesar de las bajas temperaturas, logró congregar a un numeroso público que, fiel a la tradición, se congregó a primera hora de la mañana frente a la capilla de Lourdes.

Antes de partir desde la calle Sant Jaume, en pleno centro del pueblo, hasta el Puig de Missa, el párroco de Santa Eulària, Vicent Ribas, bendijo las palmas de los participantes en la procesión: cofrades, obreros de la parroquia, el alcalde de la localidad, Vicent Marí, numerosos vecinos y alrededor de 80 niños que este año se preparan para la Primera Comunión.

Tras la bendición, comenzó la procesión para conmemorar el inicio de la Pascua en la que la absoluta protagonista fue La Borriquita, un cortejo formado por Jesucristo, encarnado por Faustino Moreno, su acompañante y un burro de carne y hueso que participaba por primera vez en estos actos de la Semana Santa.

Pese a sus rebuznos en pleno centro de Santa Eulària y ciertas reticencias a subir la última cuesta que conduce al Puig de Missa, el burro «se portó muy bien», en palabras de Moreno, uno de los componentes del Via Crucis viviente de Viernes Santo, quien se metió por segundo año en la piel de Jesucristo para «seguir las tradiciones de siempre».

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Tras la Borriquita, acompañaron a Jesucristo un grupo de mujeres que representaban el cortejo que le acompañó en su triunfal entrada en Jerusalén. Todas ellas con sus ramas de olivo, del mismo modo que lo hizo la multitud que lo aclamaba a la entrada de la ciudad santa.

A continuación, formaron la procesión los niños de primero y segundo de catequesis que portaban sus correspondientes palmas y que ocuparon el altar mayor una vez llegaron al Puig de Missa. Leonor Romero, una de las catequistas de los niños, explicaba que la participación en esta procesión del Domingo de Ramos era «parte de una vivencia para sentir la fe». La catequista se mostró optimista acerca del futuro de esta tradición religiosa. «El señor dice que tenemos que sembrar y que tenemos que cuidar del rebaño», explicó ante la mirada de los niños que estaban a su cargo.

Más pesimista se mostró Toni Marí Corda, presidente de la cofradía Cristo de la Oración de Santa Eulària, una congregación con unos 90 cofrades y que es una de las seis con las que cuenta la localidad además de la de Santa Marta, el Nazareno, el Yacente, la Dolorosa y Cristo Atado. Marí reconoció que la gente que participa en la Semana Santa «tiene mucha devoción» pero lamentó que muchas personas lo dejan con el tiempo. «La gente se cansa, otros se van de viaje en Semana Santa pero la tradición todavía dura y esperemos que por muchos años porque sería una lástima perderla», añadió el presidente de la cofradía.

La marcha religiosa pudo hacer el recorrido por la zona de la peatonalización de Isidor Macabich, afectada por las obras pero que, según señalaron desde el Ayuntamiento de Santa Eulària, esperan poder abrirla definitivamente a lo largo de esta semana.

Asimismo, en la procesión también participó la Banda de Cornetas y Tambores de Santa Eulària, la Agrupación Musical Virgen de la Estrella, así como de la Agrupación Musical de Santo Cristo de la Agonía de Vila.