Lleva Ibiza en los genes. Nació en Valencia pero siendo una adolescente que acompañó a su abuela de origen ibicenco, Estela Hernández, a visitar su tierra natal. «Tuve mucha relación con mis primas y me enganché mucho a la isla», recuerda. Una prima suya, Eva Ramos, le decía entonces que se quedaría a vivir en la isla y no se equivocó.

¿Cómo fue eso de venir a vivir a Ibiza?

—Empecé a trabajar en Valencia en un furgón móvil haciendo reconocimientos médicos a las empresas e íbamos por toda España. Tocó Eivissa y mi prima Eva me lió. Hicimos el currículum. Fui a la tercera planta del hospital viejo para dejarlo en Personal. Enseguida me llamaron a hacer sustituciones. Dejé el furgón móvil y me vine a Ibiza a vivir.

¿Y eso cuándo fue?

— En el 2000.

Es decir, que lleva 18 años en Ibiza.

—Sí, muchos, pero estoy encantada. Todo el mundo me pregunta si volveré a Valencia, pero he hecho mi vida aquí, me he casado y tengo a mi hijo.

¿Sigue de coordinadora del centro de salud de Vila?

—Hace un año dejé la coordinación porque echaba de menos la asistencia con los pacientes. Bastantes años de mi trabajo han sido de gestión y de organización. Dejé el cargo porque creo que hay que hacer cambios en la vida.

¿Cómo fueron los inicios?

—Empecé de sustituta. Estuve bastante tiempo en UCI, en Quirófano, Medicina interna y Urgencias. Me dieron un contrato más largo en el centro de salud de Can Misses, donde estuve cuatro años. Allí empezó mi etapa en Primaria, que me apasiona, es donde disfruto, es mi vida. Cuando hice la carrera no pensaba que me iba a gustar tanto. Me llena mucho el trabajo de Primaria.

Tanto le llena su trabajo que acaba de recibir varios premios.

—Sí, es una jornada balear que organiza la Conselleria de Salut. El año pasado también gané y este ha sido por triplicado. Presenté dos proyectos, se trata de dos actividades que hicimos en el centro, la Semana sin Humo con Rutas Saludables, las junté porque me lo pidieron las pacientes que venían al taller. El logo era Menos cajetillas y más zapatillas. Fue muy divertido, aprendieron mucho e incluso hicimos una master class de taichí. Lié a todo el personal recortando siluetas de zapatillas pegándolas por el suelo hasta llegar a la mesa informativa del tabaco. Hice un vídeo con esa actividad. En la Semana de Lactancia para fomentar la lactancia materna hicimos la actividad Pro Pecho. También con la Comisión de Úlceras hemos recibido un premio.

Es una manera de reconocer el trabajo en el centro de salud.

—Da mucha alegría y satisfacción porque es un centro que no paramos. Tenemos muchas iniciativas y hacemos muchas actividades fuera del horario laboral.

¿Cómo recuerda su primera experiencia laboral?

—Fue en una planta y estaba de sustituta. No había trabajado nunca sola en una planta. Lo recuerdo con mucho miedo, me hubiera gustado que alguien con más tiempo hubiera estado ’arropándome’, pero entiendo que hay mucha carga de trabajo y no pueden estar con una persona nueva como si fuera una estudiante. Como esa sensación no me gusta, cuando viene gente nueva al centro de salud intento ayudar en todo lo que pueda.

Me da la impresión de que usted es una persona que no sabe decir que no y siempre está dispuesta a colaborar.

—Al año y medio de abrir este centro cogí la coordinación, me pedían cosas y no sabía decir que no, hasta que llegué a un límite porque no puedo abarcarlo todo.

¿Cuál ha sido su mejor experiencia hasta ahora?

—He vivido una experiencia muy gratificante con un paciente que lleva cuatro años con un herida y le he cerrado la úlcera. Me dijo que podía bañarse en la playa después de cuatro años. Para mí es una pasada. A nivel de coordinación, poder llevar a cabo el proyecto de Rutas Saludables que cuando lo comenzamos era en la crisis y había personas que no lo veían, pero soy muy tenaz y perseverante y el mejor día fue la inauguración del taller.

Usted es de el que la sigue la consigue.

—Cuando veo que una cosa que es beneficiosa para la comunidad, porque soy pro comunidad, creo que hay que darle herramientas a la población para que se cuiden. No se trata de que vengan al centro a tomarle la tensión y darle la palmadita. En Vida Saludable salía a caminar con ellos. Hay que salir. Las actividades que haces junto a la comunidad tienen el éxito asegurado.

¿Ha tenido alguna experiencia negativa en su trabajo?

—A nivel asistencial diría que no pero en coordinación y gestión fueron muy complicados los años de las crisis. He pasado por muchas gerencias, no te sustituían a enfermeras y era muy complicado llevar a cabo ciertos proyectos porque no te daban recursos económicos, sobre todo cuando hicimos las rutas saludables que no las pudimos ampliar a Talamanca porque no había aceras y no se iba con seguridad. Ahora se pueden hacer más cosas.

Pero no es coordinadora.

—No importa. Se pueden hacer las cosas. Quien tiene ganas y quiere trabajar por la comunidad puede hacerlo. Puedo dedicarme más a paciente activo y otra compañera, por ejemplo, más a sexualidad.

¿Tuvo siempre claro que quería ser enfermera?

—Quería ser profesora. Me gusta mucho la docencia. En COU hacían charlas orientativas en las universidades para dar información de las carreras. Fui a una y oí a una chica todo lo que contaba de ser enfermera y me cautivó. Salí de allí y dije que quería ser enfermera.