César Alberto, un marinero argentino de 37 años, salió de Sitges a bordo del Semental III a las siete de la mañana del pasado viernes. Acababa de comprar el velero en el puerto del Masnou. El barco se iba a convertir en su casa durante la temporada de verano en Ibiza. En invierno vivía en Brasil con su mujer. Un patrón de Barcelona le recomendó que no era buen momento para salir a navegar, el mar estaba movido, pero César Alberto no quería perder otra vez el billete a Brasil para reencontrarse con su pareja. Miedo La última persona que se comunicó con el marinero fue ella. César Alberto le contó que el motor no funcionaba y que se acercaba un temporal. Tenía miedo, estaba estresado porque no sabía qué iba a pasar. Su mujer le pidió que César Alberto, un marinero argentino de 37 años, salió de Sitges a bordo del Semental III a las siete de la mañana del pasado viernes. Acababa de comprar el velero en el puerto del Masnou. El barco se iba a convertir en su casa durante la temporada de verano en Ibiza. En invierno vivía en Brasil con su mujer. Un patrón de Barcelona le recomendó que no era buen momento para salir a navegar, el mar estaba movido, pero César Alberto no quería perder otra vez el billete a Brasil para reencontrarse con su pareja.

Miedo

La última persona que se comunicó con el marinero fue ella. César Alberto le contó que el motor no funcionaba y que se acercaba un temporal. Tenía miedo, estaba estresado porque no sabía qué iba a pasar. Su mujer le pidió que se calmara y ahí se cortó la comunicación. La Guardia Civil lo buscó durante días pensando que estaría a la deriva. Un aficionado a la pesca submarina encontró los restos del barco el lunes por la noche en Cala Sant Vicenç de Mallorca y avisó a la Benemérita. No había rastro de César Alberto. Un grupo de cuatro amigos de Ibiza del desaparecido se desplazaron hasta Mallorca para participar en las labores de búsqueda. «Teníamos la ilusión de encontrarlo con vida en alguna cueva», explicó por telé- fono Juan Pablo David, uno de los amigos que encontraron su cadáver entre las rocas de Coves Blanques, en Cala Molins. Lo hallaron tras alquilar un barco con un patrón que les llevó hasta la zona. El cuerpo estaba a 10 metros de altura sobre el nivel del mar