Ayer se pudo ver a varios vehículos estacionados en zona prohibida. | DANIEL ESPINOSA

Por tercer año consecutivo, Sant Antoni ha decidido restringir el tráfico en el acceso a Cala Salada. Unas restricciones que empezaron ayer y que, previsiblemente, se alargarán hasta el 15 de octubre.
Según dicen los trabajadores de la zona, se trata de una medida necesaria para evitar colapsos como los acontecidos este lunes, antes de que los controladores limitaran el tránsito de vehículos.

Sin embargo, el problema está en que el servicio de transporte público en autobús desde la estación de Sant Antoni hasta la playa, con parada en el complejo deportivo Can Coix, no comienza a funcionar hasta este viernes. Esto significa que todos aquellos visitantes que quieran acceder a la playa en su coche y encuentren el aparcamiento lleno, tendrán que hacerlo a pie.

«Mucha gente viene caminando desde Can Coix y eso es lo que no se debe hacer», señaló Bryan, controlador y responsable de accesos. A esta situación se añade otro problema: la falta de señalización.

Tanto es así que decenas de coches y motocicletas se acercan cada día hasta el punto de control donde están los controladores y se ven obligados a dar media vuelta. «Tendría que haber un cartel informativo en Can Coix que avise de que pueden aparcar ahí y hacer uso del autobús para llegar a la playa», añadió Bryan. De momento, solo hay un letrero luminoso en la barrera que restringe el acceso a la playa y no se colocó hasta ayer por la tarde.

Colapsos

Cala Salada se encuentra en un paraje de «difícil» acceso, motivo por el cual el Ayuntamiento decidió llevar a cabo restricciones de tráfico para garantizar la seguridad de los bañistas y preservar, al mismo tiempo, el medioambiente. «El acceso, de por sí, es bastante complicado y si no se cierra puede haber aglomeraciones como ayer (por el lunes), que estaban arreglando los aparcamientos y fue un desbarajuste», subrayó Miguel, socorrista de la playa.

En este sentido, el controlador del punto de control explicó que los colapsos en esa pequeña carretera pueden tener consecuencias graves. «Si pasa algo la ambulancia no puede acceder a la playa. De hecho, hace tres años hubo una persona que lo pasó muy mal y la ambulancia no llegó a tiempo», criticó. Un problema que también puede afectar a los bomberos en caso de que haya un incendio. «Aquí si prende una hojita salimos la mitad volando», añadió.

Aún así, parece ser que hay gente que no llega a comprender la importancia de la restricción y tampoco hay suficiente personal para regularlo. Sin ir más lejos, más de una decena de coches estaban estacionados ayer en zona prohibida; justamente en la entrada a la playa. «Se les informa de que ahí no pueden aparcar, pero la gente es cabezona. Ahora tengo que bajar, sacar foto a los coches que están mal y mandárselas a la Policía Local», dijo Bryan.

En esta línea, aquellos vehículos que estén aparcados donde no deben tendrán que pagar una multa que será de 80 euros si se considera infracción leve y de 200 si es grave; el infractor puede acogerse al descuento por ‘pronto pago’ que puede ser del 50%.

Cabe recordar que en esa recta, donde está prohibido el estacionamiento, hay seis plazas para minusválidos y dos para ambulancias; las motocicletas tampoco pueden aparcar.

Más control

Los turistas y residentes que se acercaron ayer por la mañana a la playa aseguraron que pasaron con sus vehículos sin problema y «nadie nos explicó que teníamos que parar en los aparcamientos y no abajo», dijeron.
Asimismo, algunos señalaron que otros años han visto como hay gente que paga a los controladores y les permiten el acceso. «Es un cachondeo porque hay gente que paga una propina y pasa. No está bien regulado», criticaron.

Ante estas declaraciones, el responsable de accesos destacó que «hay mucha gente que se piensa que son los propietarios de la isla y te dicen que les dejes pasar, pero si el aparcamiento está lleno no podemos y por no poder, no podemos ni aceptar propinas».

Aún así, sí que permiten el acceso a los residentes en la zona y a los trabajadores del restaurante. Para ello, tienen que mostrar su tarjeta de acceso anual a los controladores; una tarjeta que no supone una autorización para estacionar o circular en la zona de dominio público marítimo terrestre.

Ante todas estas complicaciones, Sant Antoni pondrá en marcha, a partir del viernes, el servicio de autobús desde las 9:30 horas y hasta las 20:15, con frecuencias cada 15 minutos.